Foto cortesía de Gabrielle Miller
La mejor seducción la inconsciente
Antes que todo fuera pensamiento
Eremos insinuaciones
como estrellas en el firmamento
Pululaban en la cotidianidad
Y en la floresta de rosas de sangre
Y en la llanura frescos esteros
Y en la mar manchas súbitas de peces
Y en el bosque aullidos de lobos en celo
Y en la selva simbiosis de orquídeas
A cada sorpresa correspondía un latido
Hoy mujer me seduces y no es conmigo
Caminas y todos voltean, sienten
Y te llevan consigo
Posiblemente barrunten palabras
Posiblemente se masturben ferozmente
Posiblemente te sueñen durante días
Posiblemente sucumban ante lo imposible
No quiero perder la agonía
después de posiblemente
Me da ímpetu, coraje,
y ganas de este desvelo
El jueves sentí,
los muslos interminables de la juventud
Entendí que en mi vigilia
puedo ser sorprendido
Por lo irresponsable, por lo improbable
Nunca había sentido que el placer alcanzará
la fiebre de cuarenta días y cuarenta noches
Ser objeto de una seducción sádica
que a la ninfa la satisface
sentir el poder ejercido
Un juego perverso
entre la sádica y el masoquista
Total no se daña
a nadie todo queda
en el reino de las conjeturas
y del magín sobrevenido
Los hombres somos
las más espléndidas Aves del paraíso
Mostramos nuestro atractivo no con instinto
Somos animales de hielo
que con facilidad nos derretimos
Nuestros preludios son letanía,
desgastados popurrís
Hasta que el ingenio florece
y produce la primera risa
Allí el atractivo reverdece
todo lo demás es macho y hembra
Juan David Porras Santana
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