Decimos en mi país: “chivo que se devuelve
se desnuca”, perfectamente aplicable en referencia a mi retiro justificado de ayer. Puede ser
que me cueste romper el cordón umbilical
que me une a ustedes ¿por qué no? Son mis amigos-lectores. Me lo demostraron en
la cantidad , sinceridad y calidad de manifestaciones de afecto y solidaridad con que recibieron mi
mensaje de ayer- nunca tendré palabras para agradecer tanto-.
Les informo, tal como lo pronosticaron que mi tercera
quimioterapia fue recibida por mi cuerpo, mente y espíritu con la mayor convicción, fe y esperanza que desde ya, siento su fuerza positiva actuando en mí .
Quise escribirles motivado por este sentimiento de curación progresiva. Y por supuesto no podía dejar de enviarles el que considero
pudiese ser el texto introductorio del libro en ciernes "ARTERIA VITAL"; así que
a continuación les dejo el mencionado contenido que encontré hoy en mi revisión de los escritos.
Como su temática puede ser polémica me gustaría conocer sus opiniones. Prometo
no molestarlos hasta la cuarta quimioterapia, donde seguro estoy recibirán excelentes noticias . El silencio será testigo de mi
franca y sostenida mejoría – salvo para aclarar alguna duda sobre el introito de
ARTERIA VITAL y por supuesto para responder cuando me escriban.
Quedando a su mandar
Juan David
“Y DIOS CREÓ A LA MUJER” Y LA MUJER QUE AMARÉ ME CREÓ A MÍ
Creo firmemente- al contrario de lo que
comúnmente se dice- que en esta época donde la mujer lucha por la igualdad con
respecto al hombre, tal vez sea el momento de la historia, donde – gracias a
Dios- se patentizan más nuestras profundas y atávicas diferencias.
No
es un asunto de roles, funciones, derechos, allí lograremos la igualdad en
algún instante cierto del devenir evolutivo.
Lo que distingue a los géneros está
inscrito en lo más profundo de nuestro ser; está en el espíritu. Ente autónomo
superior que se sirve del cuerpo para
cumplir con su misión: la trascendencia.
Muchas veces me han dicho: Juan David tú no
vas a trascender, porque no tienes hijos. En esa frase se recoge una trampa
existencial: ¿trascender es igual a procrear?, ¿sólo a través de la
descendencia genética algo de nosotros se transmite a otro ser?- a otro cuerpo
con un origen común eso también lo hacen los tigres y las bacterias; estas
últimas con más eficiencia que el homo
sapiens. ¿Qué pasa con el espíritu? Es el que se marcha a la paz eterna del
cielo o se carboniza una y otra vez en el infierno. No, es el que trasciende,
no solo utilizando la descendencia, sino un medio más eficaz: la conciencia
colectiva.
Hazte esta pregunta: el espíritu de
Einstein ¿está diseminado por su prole- tuvo entre sus hijos uno con problemas psíquicos al cual visitó una
sola vez - o por el conocimiento que nos
legó?
Oye Juan David pero tú no eres Einstein.
Estoy de acuerdo, pero este genio no se
recreó en la mujer. Sin ella posiblemente mi espíritu se habría perdido, no
sería el mismo hombre que escribe esta
carta hoy. Pero esta carta no tiene la trascendencia de la teoría de la
relatividad, posiblemente no la lea nadie más que yo y tú, y así no fue acaso
que comenzó todo con un tú y con un yo.
Te
imaginas la diferencia de ese primer hombre y esa mujer con respecto a
nosotros- bueno si eran Adán y Eva han gozado muchíiiiiiiiisimo más que
nosotros- abismal. Se estima que antes
que tú y yo nos conozcamos y nos lleguemos a amar nos antecederán por lo menos 28.423 millones
de seres humanos. Seguramente somos el fruto más elaborado de esa orgía
planetaria.
¡Esa
es la diferencia!
Juan David Porras Santana
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