27 nov 2012

LA VUELTA


Hace mucho que nos amenazamos y planificamos La Vuelta mi amigo Juan David y yo. Muchos nexos directos, indirectos, y hasta una especie de filiación legítima nos han unido y nos han separado.

Se preguntarán ustedes qué es La Vuelta y quién es Juan David. Pues bien, La Vuelta es un recorrido que a modo de filtro de aceptación y prueba de compatibilidad, realiza Juan David por los confines más apartados, abruptos y también hermosos alrededor del país en su vehículo de doble tracción. Y Juan David es una de las personas que pertenecen a mi reducido círculo de afectos alrededor del cual también ha dado La Vuelta en varias ocasiones, para siempre regresar al punto de partida, norte magnético.

La Vuelta es un hecho simple y de núcleo complejo, casi inextricable, con determinantes e impredecibles presagios y consecuencias, que pueden asustar a mucha gente, y dentro de esa circunferencia siempre latirán sentimientos encontrados propios y de terceros, porque aun cuando La Vuelta se realice alrededor de la precisa línea que circunscribe al círculo, invisiblemente dentro del círculo se encuentran en pugna celos, temor, temeridad, preocupación, aceptación resignada de lo insólito y profecías de peligro. Nuestros extraños lazos a veces navegan conducidos por Caronte, barquero de los infiernos, y en oportunidades animados por la Heroica de Beethoven.

La música, el mar, Juan Sebastián (Bach y Bar), un ánimo que se extrema en momentos cartujos y alegrías casquivanas, alberga la inteligencia propiamente dicha: aquella descarriada que también da La Vuelta y se detiene en todo tipo de ánimos y sentimientos; en parajes subterráneos y secretos; en placeres solitarios; animadversiones; amores atropellados; infinitas bondades y mayores generosidades; impredecibles actitudes e inesperados finales, todo ello hace que acompañarlo en La Vuelta se convierta en una de las pruebas más insuperables y descabelladas que ser humano pueda emprender.

¡Inocente humanidad aquella convencida de su sencillez! ¡sería imposible clonarlo! Es un encantador laberinto que puede hacer de La Vuelta un cilicio o un cimarrón que se refugia en los montes buscando la libertad. Luego de postraciones repentinas de su capacidad vital, surge inesperadamente al bienestar y al ánimo propenso al optimismo. Dones gratuitos le concedió la Providencia en abundancia de los cuales no le resulta fácil convencerse poseedor, pues, como antes afirmé, es inteligente nato, aquél que no se percata de su genio e ignora deliberadamente sus derivados. Como si fuese sorprendente.

Porque quien se halaga a sí mismo y es ufano de su inteligencia, dice todo lo que puede hacer y saber, tiene una inteligencia limitada y precisa. Aquel que actúa y aplica tal facultad a veces contra sí mismo, es el verdaderamente inteligente, el que no encuentra acomodo en el escenario común a todos los seres; y el que anda a la búsqueda de algo que no sabe está en sí mismo. Es la inteligencia peligrosa para el inteligente.

Todas esas características se transparentan en sus ojos de expresión bondadosa e incrédula; en su versátil fisonomía. Con su porte principesco Juan David monta su camioneta como el hombre Marlboro su caballo y despega hacia El Cañón del Colorado. Su acompañante es ingenua. Cree que va a pasear. Ignora que La Vuelta puede durar 24 horas o cuatro meses, y que cada uno de los círculos menores paralelos al ecuador que pasan por los polos de la eclíptica comprendidos en La Vuelta, podría ser decisivo para su destino. Es un circuito insoluble.

Lo difícil de penetrar en el hermético círculo de La Vuelta es llegar al centro. Pero La Vuelta puede ser grandiosa, excelente y perfecta; despejada, apacible, serena; recreadora por su amenidad. Ser amigo de Juan David puede hacerlo a usted poseedor de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. Aprobar y superar La Vuelta es capturar al jabalí de Erimanto.

¿Desearía usted dar La Vuelta?

 

Iraida Blanco M.

21 nov 2012

A LAS PANTORILLAS DE UNA DAMA ARCHIFINA


   El sol le quemó las pantorrillas a esta dama tan fina
       Ella no pudo esconderse porque con él dormía
       Trataron de despertarla pero soñaba con su nueva vida
       Libre, tan libre que la elemental  arena la complacía
    
 Iridiscente la mar le hacía compañía
      Ella le confesaba  que no sabía si podría
      La mar le susurró tú eres como yo: persistente sin agonía

   
 El sol se ocultó tras su piel encendida
     En su mente latía el corazón de una nueva vida
     Inquieta, hurgó en los recuerdos de lo que no sería
     Para eso se había hecho el harakiri y sufrió la despedida

 
 El viento del norte incendió el frágil velamen del destino
     Para hacerla dueña de su portentosa vida
     Y sólo le queda de aquel día,
     un leve ardor en sus hermosas pantorrillas.


 Juan David Porras Santana

17 nov 2012

LA RELACIÓN DE UN CATATÓNICO CON LA BARRA

Quiero comenzar este ensayo a la manera clásica, con un introito científico de la especialidad neurológica, pero revelador de esta dimensión que compulsa de la normalidad, a la adopción de mecanismos de defensa propios del sobreviviente.

Los sujetos que pertenecemos al polo común del continuo normalidad-neuroticidad, presentamos estabilidad emocional,  nos excitamos con dificultad, somos calmados, descuidados, según Eysenck y Rachman (1965).
Expresa Eysenck que como la inteligencia puede ser considerada un factor general en el área cognitiva, y la introversión-extroversión un factor general en el área emocional, asimismo el neuroticismo puede ser tomado como factor general en el área de motivación y esfuerzo; igualmente estima que por lo menos en parte, el neuroticismo puede considerarse defecto de la capacidad del individuo para persistir en la conducta motivada. Los rasgos predominantes en esta dimensión son: sugestionabilidad, falta de persistencia, lentitud en pensamiento y acción, poca sociabilidad y tendencia a reprimir hechos desagradables.

Sentado frente a la barra del bar - seleccionada con el celo que le  ponía Luchino Visconti a sus escenografías- logro el desdoblamiento. Imposible de alcanzarlo durante las prolongadas jornada de laborterapia, ya que exigen condición de alerta máxima y el uso de lo poco-si ya se, falta modestia- que me resta de inteligencia.
 Ese desdoblamiento se expresa en la doble acción intro- extro, que no es otra cosa que la manifestación narcisista del YO como caja de resonancia input- output de mi minúscula valía frente a la portentosa y arrolladora acción auto escrutadora del público de mi cautiva galería.
A cada sorbo de licor corresponde una angustia conmigo mismo y con respecto a los otros. En apariencia esta droga me permite flexibilizar los rígidos mecanismos de autodefensa de mi protoplasmática personalidad.
Más temprano que tarde prima la realidad sobre la apariencia. O siendo más fidedigno y objetivo, es la forma esculpida por mi medroso YO de la realidad; tan, pero tan creída que ocurra lo que ocurra esa noche, termino pensando, ya entrada la aurora: ohm, pensaste- no exageres- que me ibas a engañar..... jájájá.
¿Pero si ese sentimiento te daña, y lo tienes identificado por qué te instalaste en él?
En la película el Exorcista 3.5, magistralmente interpretado por George C. Scott, en el rol del detective que descubre que el padre Damián- el que cayó por las escaleras y se mató en el Exorcista I- fue poseído por el demonio en ese justo momento y se llevó el alma del padre al cuerpo de un asesino en serie que estando recluido en un manicomio de catatónicos aprovecha la falta de voluntad de éstos y sobre todo sus sugestionalidad para que actúen por él, llevando el terror a las calles e iglesias de Boston.
Priva en este trabajo de Blatty, la razón por encima de la emoción demostrando en todo momento la superioridad del demonio, que solo es vencido al final por moralismos y la taquilla- nada mas racional-.
En la barra, la lucha es similar: un catatónico es poseído por el demonio de la noche- barata y sinsabor-, por ello más aterradora, éste la trata de convertir dentro de si, en intensa y misteriosa, según los mandatos de su amo, su premio las migajas que caen de la mesa del señor. No conforme, pugna por entrar al banquete y no lo hace porque el detective le advierte que  será arrastrado por una conspiración satánica  hacia la nada; de inmediato se revela el YO racional: ¡pero si en la nadedad vivimos!, y el detective contesta pero  entras y sales, tu lo decides, tu tienes el control. AHHHHHH, respiro aliviado, he sobrevivido intacto y además invicto. Bebo un largo trago de silencio y de licor, le doy gracias desde el púlpito de  la barra  al SEÑOR.                                                  


 Juan David Porras Santana

13 nov 2012

PICASSO O LOS VIEJOS VERDES- JUAN SEBASTIAN BACH O BAR

Debajo del arco perfecto de su pie, discurrían el verde,  el azul, el aguamarina, y el zafiro de la paleta roqueña. A ratos sus pupilas se extraviaban entre la perfecta línea blanca de la playa y una mancha de peces en el súbito disparo del amanecer.

La respiración era expandida de manera voluntaria para tratar de inhalar todo el salitre: el secreto recóndito del mar.
Se marcharía pronto pero sabía que aquel espacio le pertenecía.

Más que nunca estaba segura que el mundo óntico de la naturaleza visto a través del prisma de sus ojos, era un plano muy diferente a los verdes y azules que tantas veces había contrastado en su periplo por el arte. La habitación azul de Picasso, si bien es cierto la había transportado tantas veces a un mundo desmesurado y propio, el azul del mar la sumergía por su vertical para renacer una y mil veces  atravesando su espejo de agua. Dos placeres sensoriales distintos pero tamizados por un órgano autónomo: el espíritu objetivo,  y una madeja de sensores: estética, razón, emoción, sentimientos, ética.

El inframundo le recordó  estas categorías de una manera cruel y  atroz. En el justo momento que  el rojo de una hermosa langosta se confundía con la luz de Reverón que todo lo desaparece, sus papilas gustativas aguzadas, palpitantes del ansia ignota que produce el paladar ancestral sobre el hermoso crustáceo, fueron arrancados brutalmente del espacio que les pertenece y transportados como de la mano de Pier Paolo Pasolini, ante la imagen de un  burro de oro sexigenario  que se pavoneaba con una niña hermosa de 18 años de edad.

Coño, no joda de lo real maravilloso a lo real atroz. Le vino a la mente cualquier cantidad de conjeturas, las cuales iba desechando y aumentando su arrechera. Bueno Picasso era un compulso sexual casi pederasta a los 80 años; el nono se casó por amor y reciprocado con una infanta de 15 años. ¿Pero por qué olía podrido en Dinamarca?

 Amiga perdona que me meta: es la cerdedad. ¿Qué es eso Juan David? Es lo vulgar; la antítesis de la habitación azul y de tu cabellera cristalizada por el agua de Los Roques. ¿Cómo podemos coexistir con tal contradicción?.Es que sin ella no habría tanta belleza. Piensa en un momento en la barra del Juan Sebastián Bar. Demasiada belleza, música subyugante, ese deseo tuyo inquietante de bailar salsa, el sobrio martini   y justo en tu oído la voz de piolín, lo retorcido y protoplasmático  del galán. Pero estábamos  allí. Maravillados ante la portentosa realidad que jamás podrá ser superada por ningún sueño.

Cuando me fui a dormir esa madrugada, me acosté convencido de que la noche es fenomenalmente femenina.

Juan David Porras Santana          

11 nov 2012

LA COARTADA CONVINCENTE


                    Soy un niño bueno me reconozco y me acepto
              Tengo para ello  una coartada convincente:
              Un pesado corazón
              Brillante y oscuro como la luna

              Soy culpable me reconozco y me acepto
              Tengo para ello una coartada convincente:

              Papá  murió sufriendo para salvarme

              Soy un zángano me reconozco y me acepto
              Tengo para ello  una coartada convincente:
              Me he tirado a la mujer en la que todos piensan
              Pero  bajan la mirada cuando la tienen de frente

              Soy sagaz me reconozco y me acepto
              Tengo para ello  una coartada convincente:
              He podido sobrevivir a pesar de mi tara
              Y mi turbidez mórbida para el razonamiento

              La pereza es mi gran atributo, no la reconozco 
              ni la acepto
              Porque me cansa buscar  una coartada convincente.

              
            Juan David Porras Santana

5 nov 2012

LA MUJER DE MADEIRA



Sus venas como las levadas irrigan desde adentro para ir más adentro

Esta mujer que en sus entrañas es  volcánica, en sus ojos  transparenta las arenas africanas

A veces su alma es una caleta de CaniÇal  y otras un punzón  penetrante

Así es la mujer de Madeira; da tanto y recibe tan poco.

En su insaciable  infancia  vivió dentro de una esmeralda. Añoranzas, añoranzas

Esa es su raíz, que yo tuve la suerte de ver y oír. Palpé su dicha y su tristeza

Es la vid de un extraño mundo lleno de voces y duendes del Atlántico

Así es la mujer de Madeira; da tanto y recibe tan poco.

Sus manos y sus pies guardan el extraño secreto de hacer y deshacer

Allí está su poder. Como en las antiguas mitologías y cosmogonías

si la quieres poseer debes descifrar su criptografía:

¿Por qué alguien que da tanto recibe tan poco?

Porque todo le fue dado a esta niña, cuando Dios jugó sus dados.


Juan David Porras Santana