Te he idealizado tantas veces
que ya eres mi religión
Un dogma escarlata
sobre tu piel tan blanca
Puedo sentir como
se estremecen tus caderas
Sólo con nombrar la palabra,
amada
Me he vuelto tan sensible
a tu presentimiento
que toda mi vida se borró
y ahora contigo es misterio
Empieza la clepsidra
a contar nuestro tiempo absoluto
Nada cuenta,
como si Bizancio y Egipto.
nos debieran su existencia
La liturgia mi amada,
la hemos simplificado al más leve beso
Te crucifico
después de tus inocentes caídas,
te clavo con pasión
Te limpio las heridas
y te llevo al santo sepulcro
dónde nos guarecemos
Resucitas y tu poder me eleva contigo,
volvemos al origen
Donde una primavera
de intensa lavanda esconde el cielo
Así que nos repetimos
en el mundo de los olores,
penitente amor mío
Juan David Porras Santana
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