Esa noche nuestras bocas
eran un impedimento
El beso nacía y renacía
de una mezcla de saliva espesa
y ávido ocultismo
Tan densa y espesa nuestra sangre
se coagulaba
en nuestras lenguas musculosas
¡Ja ja qué oprobio!
para la leve danza
de los amores vaporosos
Que milagro hacer
algo con tanto poder
Sin requerir de voluntad,
de tenacidad
Sino de la inmoral compulsión
de perros en celo
El precipicio del beso
dónde insistesen hurgar
en la perdición del elemental placer
de las mil y una noche,
sortilegio de azabache
El beso no es profundo
porque la lengua toque fondo
lo es, porque más allá
late el corazón
y lo quieres alcanzar
Insuficiente los apéndices,
recurres al viejo códice
del halo del misterio
Que la boca deje
en la otra boca
añejos e inextricables sabores
guturales formas
y profanos contenidos
Aquellas bocas partidas,
sangrantes
Llegada la cruel mañana seguían
con la inercia del universo todo
Las poseía y por única vez
La energía contenida y usada
No se dispersaba, retroalimenta
un instinto recurrente
Sentir permanentemente
que sin el otro no existimos
Juan David Porras Santana
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