Asimetrías día tras día, cansancio necio
Arremolinado el recuerdo, verdugo caduco
Sabotea con inclemencia mi solemne presencia
Te asumí para ser inteligentemente magnánimo
Magnanimidad enfermedad de los blancos
Pretensiones altaneras que siguen funcionando
en los confines de la oligofrenia más campestre
¡Ah respiro aroma de pino que me despeja!
Soy el niño al que papá le invita a respirar yodo
en aquella curva amplia que asomaba el mar
Cuanta carga inútil sobre los hombros inocentes
Te sé tratando de devorarme vivo, anarquista
Te volveré a vencer pretensioso caníbal
Lo hará ese niño cándido al que tanto temes
humanamente con paciencia y quemante alquimia
Juan David Porras Santana
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