Corrompido
por mi propia mano, sustituyo el amor por el sexo cada vez más desenfrenado que
se agota asimismo y busca nuevas y decadentes formas de satisfacción, anunciadas
en vallas luminiscentes, en el inframundo de los excluidos y de las siete potencias.
La
decadencia es tan permanente como el ascenso humano, un opuesto necesario para
avanzar en las tinieblas de la tierra auto prometida por la ciencia. A cada paso de la virtud y el
sorprendente hallazgo corresponde el vértigo de la caída de las
individualidades y de los imperios.
Somos
el fruto prohibido, no sus idiotas comensales. Pendejo el que cree que otro es pendejo.
Nada es gratuito. Ni los favores recibidos de la Madre Teresa de Calcuta hacia
sus pobres, en ello además del bien, persigue estar a la diestra de Dios Padre.
La Madre Ángela Merkel y los refugiados sirios, ella busca perdón por el
Holocausto y su entronización como líder de Occidente . Es la naturaleza humana y por qué no, justificada
en la lucha permanente entre el bien y
el mal. ¿Quién no admira la inteligencia y cortesía de Hanníbal Lecter y por un
momento borra de su mente sus atroces crímenes?
El
amor con la intensidad y altura que logra el joven que tiene en su corazón, no
solo la convicción de su inmortalidad, sino que vino a este mundo que está
plagado de imperfecciones, a cambiarlo y
redimirlo. Sólo será rescatable en la
madurez por la acción improbable de Kira, la mujer que se aisló, como relaté en
el anterior escrito a disfrutar de su esencia que indefectiblemente en toda mujer es romántica.
Lilith
por el contrario se quiso igualar al hombre – primer antecedente del feminismo-
y convencida de la inexistencia del puro
sentimiento, desató todas sus carnes, el frenesí de sus intimidades, la
adopción del sexo como medio para … y la disolución como última y única
consecuencia .
Juan
David Porras Santana
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