16 may 2015

LE PETIT MORT



         
A María Elena López  Velázquez

Su cuerpo un instrumento de mil voces
Su alma inasible se reconocía en cada una
Los huesos tenían tiempo que estaban sordos
Su boca  había perdido lo lúbrico y el eco

Entonces,

Máximas temperaturas la hicieron voraz incendio
La lengua húmeda reptaba avivando más el fuego
El recorrido de mis manos levantaba olas de pasiones
Sus mucosas eran  interminables tormentas tropicales

Estaba tan viva que Eros tuvo miedo de su posesa
Ya no estaba bajo su control, era una yegua desbocada
Atónito la contemplaba, mientras de placer convulsionaba
Como un ciempiés contorsionaba y un lobo la acompañaba

Thanatos vino a su auxilio todo paroxismo es un abismo
Y un abismo sin fin conduce inexorable  a la locura
Por un instante el Dios mató a la insaciable amante
Y esa pequeña muerte le anticipo  la grande que vendría
a la hora acordada, como un amante fiel por su amada

Juan  David Porras  Santana
  Encantador de oficio



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