21 jun 2015

MUJER Y MAR



Sediento, las olas de la mar
eran castillos de sal
Mientras más verde el agua,
eras inalcanzable
De pronto escuché
los gritos de las gaviotas
No te veía, costa
pero llegó desde ti
el olor de la nuez moscada
El verde del agua se hizo azul,
de azul a lapislázuli
De pronto como si emergiera
de lo azul, colosos  verdes
pitones , panes de azúcar , volcanes
Al fin,  veía  tierra,
mi sed tu la apagabas , amada

Forma de mujer exuberante,
caletas, estrechos ,
te hacían a mi clamor
más íntima, más honda
Las cayenas tan rojas,
las cascadas de buganvilias
Eran tu cabellera
engalanada por mi llegada

El mediodía con su luz vertical
te clavaba al centro de la tierra
y de ti surgían inverosímiles fantasías
de amor morisco
De ese que hace del hombre
el centro de su propio abismo

En tu cintura sentí
que me amaraba  para siempre
a la más firme cornamusa,
nada podría desatarme
En la noche espesa,
el viento ululaba y cayó la barométrica ,
Era la mar
que  reclamaba mi presencia
Corté con un hacha
el cabo a la cornamusa
Cuando la mar llama,
atiendo como un súbdito a su reina
Ya mar adentro,
te extraño en la avanzada
La proa hiende
y tú y la costa lejos por la popa
sólo ven una luz tenue que se apaga

Juan David Porras Santana








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