A tantos que sigilosamente
me han ayudado
Anoche se desbordó
mi acuario estanco
Mi pequeño templo hacía agua
por todos sus costados
El pez siamés que tanto atesoré
se canibalizó de tanta belleza
Epilépticamente mi corazón
rojo – azulado lo compasaba
Gigantes árboles fueron talados
y el gregario ganado en mi pastaba
Los emplastes de citronela deshicieron
el flemón difuso en mi anatomía
Mis neuronas
a pesar de su color mortecino
gozaban de buena salud
Había derramado todo lo vivido
en un instante que anidó en invierno
Los robustos percherones
que empujaban en cuadriga
mi pesada carga
Murieron de cansancio
En un último esfuerzo
para sacarme del pantano
Atascado durante medio siglo,
cumplieron con pundonor
su exigente oficio, dándolo todo
Ya no había nada que hacer
me di por vencido
de pronto refrescó
en la madrugada
la sangre coagulada
empezó a fluir vital aguas abajo
Y un sol enérgico
me cegó la mirada
Laissez Faire, Laissez Passer
los buenos propósitos
también matan
Juan David Porras Santana
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