¿Regresé a ti? Después
de dos años de ausencia, siempre guardo duelo y luto cuando un amor se ha ido, distanciándome
físicamente de ti, ¡Oh mar de mi amores! .
De alguna extraña manera mis
amores de la tierra emergen de los
versos escritos para ti y se vuelven criaturas oceánicas porque contigo las
involucro y alcanzan el clímax cuando aceptan que tu resaca las lleve lejos de
la costa, quién sabe a dónde para que luego tus olas me las devuelvan hechizadas.
Pleamar mi mujer entonces me
acompaña, haciendo de mi vida un oasis dónde abunda la pasión y esa
reafirmación de lo presente, tan poco frecuente en mi vida.
Como la luna, les muestro mi lado
opuesto al oscuro. Es el luminoso, brillante,
no reconocen, aquel ser taciturno convertido en un hombre cautivador, seguro dispuesto a todo con tal de complacerlas. Es
como cuando las grandes ballenas azules emergen de las profundidades abisales
con hambre de aire y en la superficie les vuelve la vida y el chorro de agua
que condensada por la inmensa presión es soplada en una columna tan alta como
sus ganas de vivir. Resuello e inspiración de mar y cielo.
Te lo he dicho, nunca podré estar
ausente de ti. Son estados diferentes de
ti, mi entidad. Cuando no te veo, es tan poderosa tu voz que de mi dimanan el
verbo y el sustantivo más contundente. Frente a ti no te puedo invocar, me hago
contemplativo, consustancio mi ser con la espuma, la bruma y la sal. Soy una
nota más de tu gran acorde que desgranan en un arpegio flamenco que nunca
descifra para siempre dejar abierta la
vena de lo anónimo.
Tendré los amores que tu decidas,
buscarlos yo, ha sido y será mi mayor acto fallido. En ti están las claves para
reconocer a las deidades. Todas las mujeres que he amado, te miran con tórrida
pasión pero distante, nunca ninguna se atreve a romper
tu sugestivo espejo de agua para adentrarse como lo hago yo en tus entrañas. O nadar hasta el punto en el horizonte dónde
retornar sería tan frustrante como la mujer que en el punto del apogeo coital
siente que su amante la abandona dándole la espalda en señal de abatimiento.
Mar, nunca me recriminas por el
contrario nuestros reencuentro parecen siempre a la primera vez que me atreví a
mirarte. Largué los cabos que me amarraban al puerto seguro de mi Madre.
Creo que a diferencia de otros recién
nacidos que le dan una palmada en la espalda para que despierten a la vida. Me
sorprendiste dándome la bienvenida con
una bofetada juguetona de agua cálida y
tan salada que me hizo reír y respirar yodo como hoy delante de ti una y otra
vez lo sigues y seguirás haciendo .
Juan David Porras Santana
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