13 jun 2015

DECLARACIÓN DE AMOR AL MAR


                                                  

¿Regresé  a ti?  Después de dos años de ausencia, siempre guardo duelo y luto cuando un amor se ha ido, distanciándome físicamente de ti, ¡Oh mar de mi amores!  .

De alguna extraña manera mis amores de la tierra emergen  de los versos escritos para ti y se vuelven criaturas oceánicas porque contigo las involucro y alcanzan el clímax cuando aceptan que tu resaca las lleve lejos de la costa, quién sabe a dónde   para que luego tus olas me las devuelvan hechizadas.
Pleamar mi mujer entonces me acompaña, haciendo de mi vida un oasis dónde abunda la pasión y esa reafirmación de lo presente, tan poco frecuente en mi vida.

Como la luna, les muestro mi lado opuesto al oscuro. Es el  luminoso, brillante, no reconocen, aquel ser taciturno convertido en  un hombre cautivador, seguro  dispuesto a todo con tal de complacerlas. Es como cuando las grandes ballenas azules emergen de las profundidades abisales con hambre de aire y en la superficie les vuelve la vida y el chorro de agua que condensada por la inmensa presión es soplada en una columna tan alta como sus ganas de vivir. Resuello e inspiración de mar y cielo.

Te lo he dicho, nunca podré estar ausente de ti.  Son estados diferentes de ti, mi entidad. Cuando no te veo, es tan poderosa tu voz que de mi dimanan el verbo y el sustantivo más contundente. Frente a ti no te puedo invocar, me hago contemplativo, consustancio mi ser con la espuma, la bruma y la sal. Soy una nota más de tu gran acorde que desgranan en un arpegio flamenco que nunca descifra  para siempre dejar abierta la vena de lo anónimo.

Tendré los amores que tu decidas, buscarlos yo, ha sido y será mi mayor acto fallido. En ti están las claves para reconocer a las deidades. Todas las mujeres que he amado, te miran con tórrida pasión   pero distante, nunca ninguna se atreve a romper tu sugestivo espejo de agua para adentrarse como lo hago yo en tus entrañas.  O nadar hasta el punto en el horizonte dónde retornar sería tan frustrante como la mujer que en el punto del apogeo coital siente que su amante la abandona dándole la espalda en señal de abatimiento.

Mar, nunca me recriminas por el contrario nuestros reencuentro parecen siempre a la primera vez que me atreví a mirarte. Largué los cabos que me amarraban al puerto seguro de mi Madre.

Creo que a diferencia de otros recién nacidos que le dan una palmada en la espalda para que despierten a la vida. Me sorprendiste  dándome la bienvenida con una bofetada juguetona  de agua cálida y tan salada que me hizo reír y respirar yodo como hoy delante de ti una y otra vez lo sigues y seguirás haciendo .

Juan David Porras Santana   





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