Dios mediante el sábado 12 de los corrientes, se cumplen tres años de la presentación de mi poemario : QUIMICAMENTE PURO . LOS POEMAS DE FRANKENSTEIN.
He querido recordar con este escrito que fundamentaba la obra , así como el titulo de mi blog VACIANDO EL CONTENIDO, hacer memoria de su leifmotiv.
Escuchaba una de esas fenomenales entrevistas de James
Lipton del Actor’s Estudio, en la cual este excelente entrevistador conversaba
con Al Pacino sobre cómo éste dejaba de ser él cuando actuaba y éste evocó una
frase de Miguel Ángel: “Señor, líbrame de mí mismo para poder complacerte”.
Así como
insistimos en Sócrates: Conócete a ti mismo, muchas veces nos provoca
librarnos de ese conocido o desconocido ser que yace soterrado o por el
contrario aparece en escena en el acto que no le corresponde.
He prefigurado nuestros encuentros, y me veo en
ellos como creo que tú me percibes: un
escapista. Me lo confirman tus prolongadas ausencias, tus intermitencias. Así
que cuando escuché a Pacino evocando la frase de Miguel Ángel, me dije: ella
está imitándome, así que Señor líbrame de mí mismo para poder llegar a ella, si
no estaré condenado a verme en el espejo, donde los hombres vampiros no
reflejan su imagen.
Por ello decidí vaciar mi contenido. Antes lo intenté
contigo en aquel largo y afirmativo beso que nos dimos en público. Surtió un
efecto transitorio, que luego se reconvirtió en el vacío que te acompaña en la
memoria, donde siempre estoy desaparecido.
En fin eres mi más codiciado noúmeno, mi cosa en sí.
Urge aprehenderte, seducirte para que lenta y viscosamente escancies en mí, tu
contenido, y esa botella vaciada y llenada
por la mar cada vez que sobre la playa
rueda, la coloques en ese arcón donde guardas las letras con que armé: te amaré
melancólicamente.
Marfil, piel de Guepardo, rubí, miel, tantas elementales
cosas que tú me evocas, no son más que
la amañada prestidigitación de la poética que me restriega en tus entrañas y me
expulsa tan lejos que me desfigura en tu
memoria, hasta convertirme en lo que realmente soy: FRANKENSTEIN. Ese ser
gótico que llena tu lado claro con su oscuro cansancio eterno, como el amor que
siento por ti, en una persecución que la
amada no puede descifrar y el amante no
quiere abandonar.
Juan David Porras Santana
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