25 dic 2015

EL SER ENFRENTA AL TENER Y AL CREER


                                                  
He querido hacer una aclaratoria para tranquilidad y sosiego de mis lectores en lo que respecta al sentido y los alcances de mi último poema.

El gran psiquiatra Viktor E. Frank padre de la logoterapia, observaba ya en los años 50 que si bien era cierto que el ser humano era más libre y gracias a la ciencia y la tecnología se había alcanzado un nivel razonable para buena parte de la población en cuanto a la calidad de vida. La humanidad en general se había vuelto más incierta, aislándose  y convirtiéndonos en solitarios lobos esteparios

La vida material ha ido ganando espacio a lo espiritual, lo que produce un profundo vacío existencial. Que se expresa al decir de Rollo May en que la gente no sólo no sabe lo que quiere, tampoco tiene la más pálida idea de lo que siente. Algunas veces me he sentido así. La mayoría del tiempo, estoy centrado y en control de mí. Pero no podemos negar que lo que este especialista vislumbró hace 65 años, se ha transformado en una aplastante realidad. El  espíritu sucumbe ante el vacío existencial.

Lo que se intenta para superar tal situación – que no hace sino agravar el problema – es un especie de reality shows de la vida  con  práctica  hedonista  a través de un mundo superfluo ; la subcultura del riesgo y del juego de azar , el culto al cuerpo y a la juventud , la búsqueda del placer en sí mismo , la obsesión neurótica del poder y del éxito , el histerismo colectivo de la posesión y del consumo y en general todas aquellas conductas evasivas que distraen e impiden pensar .

En mi poema no hago más que exponer el grave problema que aqueja a la humanidad y cuya solución está en el replanteamiento  del valor de ser contra el peligroso contravalor de tener, de poseer y de pensar que todo lo solucionará la ciencia o en el peor de caso las religiones y cultos recientemente aparecidos – marketing de  la necesidad espiritual  para esta coyuntura-  o en  la radicalización de la fe como salida..

Su panaquire  – así decimos en Venezuela a los archiamigos – que tanto los aprecia


Juan David 

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