13 feb 2014

LA VALIJA INTERNA



                                     
                                                                            

                                                                                   Para  Lolitha Román

 Amenazados por el ejército de Ciro, los ciudadanos de la región en que habitaba el sabio Bias, huían despavoridos cargados con todas sus riquezas.  Increpado por la multitud, que le preguntaba por qué caminaba tranquilo, portando tan solo la túnica que lo cubría, Bias les respondió:   OMNIA MECUM PORTO: todo lo que tengo lo llevo conmigo.

 Con este pensamiento de uno de los siete grandes sabios de Grecia que aparecía de manera recurrente en la mente de Lolitha, quien   perseguida por cientos de valijas, listines, inventarios, pasaportes  y llamadas, amaneció en Cancillería el viernes 11 de noviembre de 2011.  Hasta ahora el temple Román y su raigambre Larense la habían mantenido estoicamente en el campo de batalla.


 De pronto comprendió el sentido del mensaje de los Dioses, que una vez más habían aparecido para auxiliarla. Claro, es tan simple,   propondré que el servicio exterior sea inmaterial, que los funcionarios se trasladen como lo hacía Bías, sólo con su ser en sí. La idea innovadora traería múltiples beneficios a la institución y a sus servidores.

 Rápidamente tomó una libreta y comenzó a listar las ventajas que aportaría al cuerpo que durante tantos años había servido:
-    Drástica disminución de costos
-    Eliminación de la engorrosa logística- en este momento tuvo     

      un orgasmo-
-    Extraterritorialidad del ser y no de las cosas.


 La creación casi Frankensteniana de un nuevo tipo de funcionario que se caracterizaría por ser un superviviente, una especie de hibrido entre Edward Michael Grylls el protagonista de la serie  Man vs. Wild ( a prueba de todo en Latinoamérica) y Pablo Neruda quien atinadamente decía: Hay un cierto placer en la locura, que sólo el loco conoce. Pues nuestro nuevo prototipo, así sería catalogado por sus homólogos. Pero podrían negar que el gran poeta y premio Nobel, fue un gran diplomático, que además lo único que llevaba consigo a parte de su talento era a su eterno amor Matilde Urrutia.


 Emocionada nuestra hermosa Lolitha saldría a celebrar esa noche su genial hallazgo, sin imaginar que conocería al amor de su vida pero además quien le ofrecería sus servicios como especialista en mercadotecnia para poner en marcha su funcional proyecto.
El mundo es un pañuelo, dicen y resulto que ambos conocían y eran amigos del prototipo del nuevo funcionario ya descrito por Lolitha : El light Armando Rojas Sardi .


  Este profesional del servicio exterior se autocalificaba perteneciente a la categoría de sobreviviente, y así lo hacía saber a todo aquel que le preguntaba: ¿Cómo estas Armando? Aquí sobreviviendo en mi condición de posadero.


  Lolitha había presenciado como se presentaba en bermudas a la Casa   Amarilla con el mayor desparpajo a cobrar y a mantener activas sus relaciones funcionariales. Nuestro apreciado amigo además de poeta, es todo un semental: a sus 74 años engendró un hermosísimo bebé que lleva por nombre Rafael Armando como su abuelo, digno representante de la diplomacia venezolana. Por mi parte me consta su ejemplar habilidad para manejar grandes conflictos.


  En 1982 ante la invasión gringa a Grenada, Armando organizó un concierto para que fuera a tocar en la Isla en un programa en  alianza con los norteamericanos. Al día siguiente estábamos pescando langostas y pasándolo duro en la difícil costa de la playa de aguas prístina de  La de Morne Rouge. Así de duro no las tocó pasar en esta guerra infernal de 2 horas.

 Lolitha y yo, nos miramos a los ojos y sin decir palabras, sabíamos que nos habíamos enamorados para siempre pero como plus, teníamos en mente al próximo Bías Venezolano: Armando Rojas Sardi.

                                Juan David Porras Santana

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