No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres.
Desea, más bien, que se produzcan
tal como se producen, y serás feliz.
Epicteto de Frigia
Una bandada de pájaros encapotó el día
Huían de aquel hombre decidido
El laberinto era un robusto zarzal de espinas
Frente a él, el hombre sólo pensaba en la flor amarilla
Era el corazón de su amada que en el momento
de mayor desesperación desaparecería ,
porque ella era un dogma de fe
Tendría que por fin dejarse caer
para que sus frágiles brazos lo recibieran
Toda una vida hirsuto , estepario
y ahora el vértigo de un abismo con final feliz
Imposible, no había nacido para ello se repetía
Mientras daba sus primeros pasos
entre aquellos muros vegetales que se parecían a él
Transcurrieron los días
y su obsesión crecía junto al zarzal
Reptaba sin fuerzas pero con espíritu vencedor
Llegó de nuevo al punto de partida y lloró, lloró
Se decía: una frustración anunciada,
es la ceguera del amor
Se odió, sintió pena por su corazón
mutilado en cien pedazos
Como una vajilla Ming despedazada
el horror de adherir pedazos con cicatrices lo venció
Agotado se durmió. Sobre su ensortijada cabellera
la mano de su amada lo acariciaba y miraba con amor
al despertar aquel hombre volteo
y el zarzal estaba preñado de flores amarillas
entendió que el amor llega sin proezas
sin tocar la puerta del corazón
Juan David Porras Santana
No hay comentarios:
Publicar un comentario