“La muerte
siempre está a la misma distancia”
Salvador
Garmendia
Padmasambhava decía: "Quienes creen que disponen de mucho tiempo, sólo
se preparan en el momento de la muerte. Entonces
los desgarra el arrepentimiento. Pero, ¿no
es ya demasiado tarde?". Definitivamente en Occidente no estamos
preparados para la muerte. Me decían el Dóctor y la Coco
ayer, se está muriendo todo el mundo, como si la muerte nos estuviera rondando,
les contesté eso tiene algo de verdad y algo de mentira, las probabilidades de
morir después de los 70 años son mayores
pero antes la gente moría a los 50 años y mucho antes a los 30. La mentira es
que hoy la gente se muere menos que antes, tanto así que los sistemas de
seguridad social intergeneracional del mundo están colapsando: los viejos ahora
no tienen la buena educación de morirse cuando deberían.
¿Pero se mueren más jóvenes?
Por
las causas que mueren los viejos (enfermedades cardiovasculares), cada día
mucho menos, pero los accidentes de tránsito, son la segunda causa de muerte:
1,2 millones de personas muere anualmente,
y casi la tercera parte son jóvenes. Lo asombroso es que la mayoría son
víctimas de un asesino que no sabe que lo es. En la mayoría de los casos quien
muere no es el que iba a exceso de velocidad, de manera imprudente, sino el que
recibe el impacto del criminal.
En nuestro caso las víctimas de este acto
cruel fuimos todos, en mayor o menor grado.
Caroll
víctima fatal; José Antonio pudo haber muerto, pero se lleva para siempre el
recuerdo de la tragedia vivida. Mariela
vive una culpa muy subjetiva, muy natural,
pero que no le pertenece. Eduardo, toda la angustia de lo sufrido, y de
lo que falta por. sufrir. Los familiares de Caroll una pérdida irreparable, que
les deja el triste saldo de una pena indescriptible, que sólo el tiempo
pausadamente mitigará. Los amigos como Andreína que fueron en su auxilio, la
pesadilla no sólo del accidente, sino de la deshumanización y degeneración de
sus congéneres: todos ellos victimarios. Nosotros todos, sin excepción,
sufrimos cada una de estas causas como
propias. Queremos revivir a Caroll, convencer a José Antonio, Mariela,
Eduardo, Andreína de que lejos de tener alguna culpa, son las peores víctimas
de un asesino cuya atroz imprudencia nunca perdonarán, pero que se irá
aliviando por la comprensión que finalmente nos suscita todo ser humano, por el
objeto que sea, y porque pasada la borrasca, o superada la conmoción , la razón
fríamente les dirá que lo sucedido fue
fruto de una dosis de azar y contingencia que acompaña a todos los
hechos de la existencia humana. La resignación, entonces, será un bálsamo.
Caroll murió: eso no lo podemos cambiar. Nos
toca vivir su duelo y hacer que de alguna forma, lo que fue e hizo en su corta
existencia transcienda. Esta es la forma de inmortalidad que podemos
materializar en esta vida: poner todo el
esfuerzo de nosotros, sus compañeros, al servicio de sus causas. Los talleres
de Reconversión Monetaria que con tanta dedicación y amor emprendió deben ser
dictados en honor a ella, allí está su huella, que debe prolongarse haciendo
con mística todo lo que presumimos que ella hubiese seguido haciendo. No es
poca cosa, pues la vida está construida de pequeñas empresas, y la eternidad de
momentos fugaces
Los más
urgidos, las otras víctimas que sobrevivieron requieren más de nosotros, a
ellos todo nuestro apoyo. Lo primero Hay un único culpable; el asesino, ese
pagará su crimen. Lo segundo el inútil: “si yo hubiera” decidido que no me
acompañasen; si no nos hubiésemos ido
antes o después, si no hubiese celebrado mi cumpleaños, todo eso es
absurdo. La vida es multicausal, imaginen por un momento todas las decisiones
que se tomaron antes de que ocurriera el hecho- no sólo la de Uds., también la
de los piqueros-, aun con todas ellas si se pudiese armar una ecuación, el
resultado seguiría rigiéndose por la incertidumbre, a tal punto que con todas
las causas posibles de un evento es imposible determinar un efecto. Sólo la
mirada de Dios es infinita y omnipresente; la del hombre , limitada y fugitiva
, y gracias a la
Providencia que es así, pues de lo contrario todo estaría
escrito; sabríamos de antemano , minuciosamente, lo que va a suceder, la vida
carecería por completo de sentido; sería aburridísima, y no lo que es: un
maravilloso surtidor de sorpresas. Afortunadamente el destino no está escrito; lo traza el hombre, que tiene que
contar con un factor impredecible: el azar. Hay una
conexión estrecha entre el azar y la creación que todos y cada uno de nosotros hace de su propia vida.
A pesar de que las probabilidades apuntan
a que los mayores deben morir primero,
no implica que aun cuando tomes todas las medidas preventivas, estés protegido,
blindado contra la muerte. Ella es una constante que te permite definir la
variable que es tu vida: te podrías encerrar en un cuarto blindado y no salir
jamás o desafiarla todos los días. Es que acaso Ud. hizo mal por celebrar su
cumpleaños, por trasladarse a compartir con unos amigos, por irse a su casa cuando
lo consideró conveniente. ¿Hicieron mal los amigos en acompañarla? Jamás. ¿Es
que acaso lo va a dejar de hacer ahora? Si eso es así gana la muerte, pierde la
vida, y aun cuando en estos momentos nos parezca cruel por haberse llevado a
nuestra Caroll con apenas 27 años y sin
ninguna “razón”, -quién dijo que la necesita- Los que sobrevivieron son la
demostración de que la vida se impone,
se yergue siempre contra la Negra Dama , desde
hace más de 4.000 millones de años, y lo seguirá haciendo acompañada por su alter ego: la muerte, que en elevadísimo
porcentaje de casos , avisa y nos da tiempo para defendernos de ella y
abatirla.
Juan David Porras Santana
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