Desmenuzando el último elemento que se colaba
por el resquicio de la duermevela,
descubrió que todo lo vivido giraba en torno a una inversión en los planos de
la existencia.
El
misterio no era tal, simplemente su inquebrantable resistencia hacia la realidad,
había cedido a la aplastante existencia-
112 kilos- y a la informe esencia, el fruto de sus actos.
Embadurnado
de esta revelación tardía, parecía como si un pote de pintura vaciado de pronto hubiese hecho visible a su espíritu.
Durante
semanas había tenido pesadillas sobre sus familiares y relaciones más afines,
todas de una manera u otra apuntaban hacia la desconfianza de éstos sobre él.
Tenía que emprender una lucha titánica para lograr la aquiescencia de sus
padres. En cada batalla épica lo conseguía pero como un ritornelo al mejor estilo de paganini , cuando con
dificultad conciliaba el sueño, se repetían oníricamente situaciones dónde se ponía en
tela de juicio, la verdad de sus afirmaciones.
El
engendro de todos los horrores.
En
un principio pensó que se trataba de un reflejo del inconsciente sobre lo que acontecía,
en su país, Venezuela, sumergida como estaba desde hacía 16 años en el más
absoluto caos. Gobernaba, la barbarie y la trapacería.
Aun esta situación casi le era indiferente en
el consciente –justamente pensarán los freudianos- ibas acumulando toda esa mísera situación en
el inconsciente. No compartía tal teoría, sólo va al subconsciente lo que la
conciencia no puede aceptar y en este caso, esta clarísimo el origen del mal:
los venezolanos nos creemos tales, de una manera melodramática, somos los cantantes de una opereta, de dudosa
creación y pésima dirección.
Pensaba,
simplemente coincidía una necesaria crisis nacional con la crisis personal que
tanto lo aquejaba.
Pero
el formaba parte de aquél mediocre elenco , por lo tanto habría que empezar por
allí , era como sus compatriotas un
derrotado, abatido personaje que no hacía nada – más allá de un resistencia
pasiva sin causa- para cambiar , para salvar a su circunstancia y poder
salvarse él , parafraseando a Ortega y Gasset .
Se
confortó pensando que hacer algo en contra del régimen era un suicidio pues no
se sabía que queríamos cambiar y no teníamos un líder que condujera la posible
causa.
De pronto pensó, cierto, pero en mi individualidad puedo ser el líder de mi causa.
¿Cuál
era la causa? Que le creyeran sus seres queridos y afines, sin tener que
usar en cada oportunidad todo aquel armamento, recursos tácticos y logísticos
para convencer en el fondo solamente a sus padres de que era un hombre de bien ¡Qué
triste existencia, sin esencia!
De pronto, Voila , obviamente el primero en no
creer en sí mismo era él , de allí que en la duermevela ese estado entre la
consciencia – que priva – y la inconsciencia, su ser le estaba gritando ,
suplicando , utilizando a los terceros y sobre todo a esa obediencia a la cual
se había sumido en la niñez y desafiado
en la adolescencia y la juventud – sin ningún resultado – que reconociera de
que él en sí mismo se consideraba un falso y todo aquel andamiaje onírico no
eran sino las mismas estratagemas usadas a lo largo de su vida para enfrentar
la realidad de que era un hombre mediocre , de dudosa valentía , y que era
insoportable la gravidez de su ser para sí .
Paladeo entonces el existencialismo sartreano “El ser del hombre se distingue del ser de
la cosa porque es consciente”
y su búsqueda de la existencia había
fracasado porque la antecedió a la de la
esencia. Tenían razón sus padres – de allí primeros inquisidores - maestros, profesores, seres afines. Creyó en
la obra que le tocaba ejecutar antes de tenerla en la cabeza, y sin ser propiamente suya .
Qué
proyecto de vida podía tener al igual que sus compatriotas venezolanos. En
nuestras testas no prefiguramos, por el contrario damos por descontado tal
requerimiento y pensamos que existe lo que en potencia está en nuestra mente, mayor entelequia, rotundo fracaso.
Sus
últimos diez años habían significado cambios, sí, pero los mayores estaban por venir.
Se
había creído un músico en potencia, un poeta en potencia, ejecutó pensando que
era existencia, cuando realmente solo era esencia porque al igual que su país pensaba que esto
era suficiente.
Recordó
entonces a su padre quien le preguntó en
una oportunidad, hijo, la semilla de un mango de bocado, es un árbol de bocado
en potencia, a lo que inmediatamente
contestó, sí y su padre amablemente le ripostó no, para que
sea un árbol no basta la simiente y tu pensamiento positivo que al sembrarlo ya
anticipas al frondoso árbol y sus frutos
que cuelgan olorosos, deleitables. Son cientos , miles de factores tienen que
coincidir – tierra , clima , cuidados, luna, los imponderables ….- para que se convierta en el árbol que
tanto anhelas.
Yo,
Venezuela, mis compatriotas tenemos que prefigurar y hacer todo lo necesario para
que eso – que todavía no sabemos- se convierta en esencia y de allí en realidad.
Mi
personaje, hoy está agotado, las pesadillas lo destronaron. Ah pero respira más
acompasadamente, entiende que debe
convertirse en esencia para llegar a lo que asombrosamente daba por descontado
desde que tuvo uso de razón, la existencia.
Cartesianamente
creyó que bastaba con aquel pienso luego existo, la clave está en: piensas en
qué mon ami y te diré si priva, la esencia
o existencia.
Juan
David Porras Santana
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