Quiero hablarte a ti, ensueño. No quiero jugar más para eso no hay tiempo. Volví
la mirada y el camino que vi era una sinuosa cárcava dónde iba dejando mi pellejo.
Nunca estuve más allá del peligro de mí mismo. Quiero vivir el
albur del que no tiene nada, ni a nadie. Abrir camino dónde reina la densa maleza y la
inesperada ponzoña de la tigra mariposa.
Quiero sentir que cada minuto que viene lo he parido yo. Que
duele y duele más. Solo me acecha en cada recodo la mayor incertidumbre. Sin desasosiego, sin palpitaciones inútiles. Mi
mano es fuerte, mi mente lúcida, mi corazón es mi coloso.
Déjame vibrar con las
señales que me advierten que el camino es duro.
Sin esperar a cambio una llegada triunfal, ni el descanso del guerrero,
ni el sosiego del alma. Quiero que por seguir las advertencias pueda andar y
aprender sin necesidad de detenerme en algún recodo de ese inhóspito camino
Hasta asimilar que lo inhóspito era una enfermedad que yo
introduje en mí para no asumir mí libre albedrío. Ser la causa de todo lo vivido y no una permanente
consecuencia de no haberlo hecho
Nado y no volteo a ver que detrás de mi estela están la
playa blanca y delirantes palmeras. Solo al frente un crepúsculo rojo y verde
que me tragara y me hará noche en altamar, arriba la bóveda celeste tirita de
frio mientras mi sangre bulle tan caliente de nadar y nadar
Soy naufrago por voluntad, me escondo cuando oteo en el horizontes barcos que me buscan tenazmente. Querer, querer tanto que pueda dar lo que no tengo
Rugen los vientos más allá de lo austral de la Tierra del Fuego,
mi velero es empujado por fantasmagóricas ráfagas y murallas de agua que dejan caer desde sus crestas,
toneladas de agua sobre la cubierta y mi alma se mantiene seca y enhiesta
En la mazmorra más cruenta aprenderé que la vanidad del
hombre tiene límite de vértigo
Una blanca hamaca de tejido tan fino, acomoda y abraza nuestros cuerpos como si fuera Dios.
Allí me permites tomados de las manos, llorar por la felicidad que me ofrecías,
mientras yo creía que lo hacías para herirme
Juan David Porras Santana
" En la mazmorra más cruenta aprenderé que la vanidad del hombre tiene límite de vértigo"
ResponderEliminarEste eres tú, sí así eres, un pozo de profundo sentimiento....Desde ayer, desde ese siempre, que apenas recuerdo del Juan David que conoci, ha pasado mucho tiempo, demasiados años . El tiempo es implacable casi todo lo borra, yo casi nada recuerdo, pero tú buen corazón no se olvida. Compra una nueva hamaca, escogela azul, el azul que mas te guste.No llores, rie y bendice. "La vida es buena"
SI TU DESEO ES ESE HAZLO. DISFRUTA TU LIBRE ALBERDRIO BIEN MERECIDO LO TIENES
ResponderEliminarTODOS LLEGAMOS A SENTIR VERTIGO POR NO DECIR MIEDO. COMO TAMBIEN SOLEDAD POR
ESTAR LEJOS DE LOS QUE QUEREMOS Y ESTIMAMOS. ES TAN NECESARIO ESA ESTADÍA PARA
ENGRANDECER EL ALMA ASI SABER EN REALIDAD QUE ES LO QUE NOSOTROS MISMO QUEREMOS DEJATE LLEVAR POR TUS SUEÑOS POR EL PALPITAR DEL CORAZÓN EN EL MÁS PROFUNDO SILENCIO DESPUES DE UN RESTAURADOR NADO QUE TE HARÁ FUERTE PERO NUNCA TE EXEDAD NI TE SIENTAS GRANDE Y FUERTE SI NO HUMILDE DANDOLE GRACIAS A DIOS POR LOS DONES CONCEDIDOS, QUE SEAS FELIZ Y VIVAS DICHOSO.