29 mar 2015

LA ISLA DE QUINTO KAIL



A  Marisol Vieira

No la busques en las cartas náuticas
Pregúntale aquella  gitana, te dirá
que  debes comenzar a  entender
que hay islas que sólo están en la memoria

Así le sucedió a Marisol
Había creído estar tantas veces
Conocía todas las salidas a la mar
Rodeada de impenetrables arrecifes
Siempre en lo intolerable, escapaba
y siempre sabía cómo volver a regresar

Descubrió que en la Isla de Quinto Kail
Nunca se estaba, sino se era  y estaba
La llevaba por siempre  adentro de ella
En ella sus marejadas respondían
extrañamente no a la luna sino a los besos
que como a La Bella Durmiente la despertaban
Evocar no era vigilia, era comenzar a soñar
se soñaba trabajando , en la cocina,
abasteciendo el hogar , nunca en consciente
simplemente lo hacía con exactitud cotidiana
que pasmosamente a los otros engañaba
Sólo ella sabía que soñaba  milimétricamente
Y su otro yo se aletargaba desmesuradamente

Allí Marisol escapaba  a la espléndida mar
Dónde despertar si era vigilia, alerta permanente
Todos sus sentidos y lo extrasensorial renacían
Como le gustaban las tormentas que asolaban
las malas tierras,  llenas de lo espurio
Ver a Neptuno emerger siempre voluble
y decapitar al insaciable guerrero Marte
Estar y ser en  sí,  al fin a sus anchas
Porque como toda mujer ser y estar son una
y muchas formas y contenidos
solo hay que como ella
saber cómo salir y entrar
en la Isla de Quinto Kail.

Juan David Porras Santana

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