Estando joven me empecé a
enfermar con frecuencia. Los médicos no encontraban la causa y repetían lo mismo: usted no tiene nada
Porras.
Empeoré y me vio el Dr. Muci –
Mendoza y luego de largos y tediosos exámenes, dibujó en su cuaderno de notas
un Iceberg, indicándome que lo que sobresalía de la superficie del agua era la
conciencia y lo sumergido que triplicaba su tamaño, era el inconsciente y allí estaba la causa de
mis males. Me refirió a una Psiquiatra, alumna suya en la que confiaba
plenamente.
No habían transcurrido diez minutos,
cuando entré en su consultorio me hizo,
el examen clínico, llegando a la conclusión de que yo era esquizofrénico. Recuerdo
su frase lapidaria – los esquizofrénico se paladean: APENAS USTED ENTRÓ SENTÍ
EL SABOR DE LA TERRIBLE ENFERMEDAD MENTAL - Estamos hablando de unos 30 años atrás.
La Dra. me tranquilizó . Dándome palmaditas
en el hombro me dijo: Porras está
de suerte, se encuentra en Venezuela, el Dr. Segundo Mesa proveniente de Cuba,
y acaba de descubrir un método científico para detectar la esquizofrenia, y su
grado de desarrollo. Además tiene la cura, un invento revolucionario cubano, una proteína – y pensar con la falta que les
hace a los pobres cubiches- que se llama INTERFERÓN. Necesitamos tomarle una muestra del líquido cefaloraquidio
mediante una punción lumbar y macroscópicamente con un reactivo nos ratificará
mi diagnóstico clínico y las dosis de la droga milagrosa cubana que le vamos a
suministrar.
No dije nada y me fui a la mañana
siguiente a la Clínica Ávila, dónde un neurocirujano me realizó la indicada
punción lumbar. Inmediatamente me incorporé y cuando estaba cancelando en caja,
casi me desmayo, una amiga que me había seguido – oliéndose algo raro- me
auxilió y me llevó a la casa de mis padres en Santa Marta – yo vivía en aquel entonces en Caraballeda- .
El médico había astillado la columna y por allí se perdía líquido, produciendo
una descompensación que me tuvo postrado
en cama durante tres meses.
Abatido y arrastras, a los tres días fui a buscar los resultados con mi madre, la
Dra. la recibió con el notición: su hijo es esquizofrénico y debemos comenzar el tratamiento ya. Mi madre empezó a llorar a moco tendido, de
inmediato le dije mamá, vamos dónde el Dr. Muci, dos pisos más arriba en la misma clínica.
Cuando le conté al Doctor lo sucedido
de vaina también se desmaya. Grito enfurecido: mi alumna creyendo en
brujos cubanos . Si tú eres
esquizofrénico, lanzo por la ventana mi título de médico.
Ya más calmado se puso a conversar
conmigo sobre lo que era la medicina Cubana y las de la otrora U.R.S.S . Me contó su propia experiencia,
cuando llamado por las autoridades del régimen Castrista por una epidemia
indetenible de conjuntivitis –siendo Muci una autoridad en la materia-,
descubrió que en la isla, no habían especialistas en el área oftalmológica,
cosa que le sorprendió , hay que recordar que en aquel momento Cuba gozaba del
prestigio de ser uno de los pocos países del tercer mundo en haber alcanzado un
alto nivel en medicina al acceso de todos . Mentira podrida, pudo constatar al
entrar en las entrañas de la bestia que aquello era una fachada como los
montajes que utilizan en los western italianos, un caparazón les das una patada
y detrás no hay nada.
Investigando denodamente halló que
el brote epidémico tenía su origen en la falta de ingesta de vitaminas del
complejo B por parte de la población, se organizaron distribuciones masivas del
medicamento y santo remedio. Fidel y el régimen quedo en eterno agradecimiento
en nombre de la Revolución y el Pueblo cubano
con el ilustre médico venezolano por su encomiable labor.
Hoy nuestro gigante de la
medicina interna es enemigo de Cuba por denunciar, la incapacidad de sus galenos,
mal y anacrónicamente formados que sirven al país en las misiones de Barrio
Adentro.
Me refirió a una psicóloga, la
Dra Laura Moleiro que con la
participación del Dr. Salvador Mata Y Rómulo Aponte me diagnosticaron
bipolaridad en grado medio, y mediante antidepresivos, mucha laborterapia –
echarle un camión de bolas al trabajo- bueno exagero un pelo- no sé que es echarle bolas a nada- y algo de terapia cognitiva, me permitió
salir adelante y cosechar algunos logros que me hacen sentir medianamente satisfecho,
todavía hay camino que recorrer- eso espero y aspiro-,.
Han pasado 30 años y si bien es
cierto soy maníaco –depresivo, estoy mejor que nunca – y miren que he pasado
por todo- . Eso sí le meto al loco pero al
estilo venezolano o mejor como decía Dalí: yo soy un loco que sabe que no está loco.
Todo esto viene a raíz de un
diálogo de lo más interesante que surgió de una poesía mía , dedicada a una
amiga que para mí representa el misterio – la he visto una vez y algo
obnubilado por su belleza y los vapores etílicos-. Le comentaba a la amiga en cuestión
que una neurótica, gran amiga, me decía que mi problema central era que yo me resistía a aceptar la realidad.
Realmente ella se autocalificaba de neurótica – yo nunca la vi, comiendo pupú-
pero si le metía al tosti como decimos en Venezuela y le
recordaba a mi misteriosa amiga- según ella el misterio me lo inventé yo - una frase cojonuda de Neruda que dice: “Hay un cierto placer
en la locura, que solo el loco conoce".
Todo ello posiblemente para adentrarnos en el tema
más espinoso del Ser humano:
¿Qué es la
realidad? no puedo dejar de pensar en el genial poeta español que nos dejó este
inmenso poema de dos versos
¡Cuán extraños los dos con nuestro instinto!
…De pronto, somos cuatro.
…De pronto, somos cuatro.
Juan Ramón Jiménez
Juan David Porras Santana
Juan David Porras Santana