20 ene 2016

SEPIA DE MI PASADO, LIMPIA GEOMETRÍA DE MI FUTURO -2.




Impulsado por un fervor ciego, ayer comencé a escribir sobre los Piratas del Caribe en dos planos desde mi memoria sobre lo que había leido que los recordaba en sepia  y desde una caminata por la costa  que en tiempo presente vivía en toda su policromía el Mar Caribe y sus secretos. He aquí mi segunda entrega. Esta historia continúa.

Pd : quise anteceder el poema con un fragmento de la maravillosa novela EL REINO DE ESTE MUNDO  de Alejo Carpentier . En ella describe, lo que a mi modo de ver representa una exquisitez culinaria del mundo en tierra de los piratas, El Bucán .  Que todavía en algunas de nuestras islas se sigue practicando.



                           

                                           LOBOS DE MAR, PLACER EN TIERRA

“Después de limpiarlos [los cochinos salvajes] de cerdas y pellejos negros con escamadores de pescado, tendieron los cuerpos sobre parrillas llenas de brasas, de lomo al calor, con las entrañas abiertas –tenidas abiertas por finas varas de madera. Sobre aquellas carnes empezó a llover una tenue lluvia de jugo de limón, naranja amarga, sal, pimienta, orégano y ajo, en tanto que una camada de hojas de guayabo verde, arrojada sobre los rescoldos, llevaba su humo blanco, agitado, oloroso a verde –aspersión de arriba, aspersión de abajo– a las pieles, que iban cobrando un color de carey al tostarse, quebrándose a veces, con chasquido seco, en una larga resquebrajadura que liberaba el unto, promoviendo alborotosos chisporroteos en el fondo de la fosa, cuya misma tierra olía ya a chamusquina de verraco. Y cuando faltó poco para que los cerdos hubiesen llegado a su punto, sus vientres abiertos fueron llenados de codornices, palomas torcaces, gallinetas y otras aves recién desplumadas. Entonces se retiraron las varas que mantenían las entrañas abiertas y los costillares se cerraron sobre la volatería, sirviéndole de hornos flexibles, apretados a sus resistencias, consustanciándose el sabor de la carne oscura con el de la carne clara y lardosa, en un bucán que, al decir de Esteban, fue "Bucán de Bucanes"–cantar de cantares. (SL 224-225).”

Del Reino de este Mundo de Alejo Carpentier


La hermandad
que superaba a la de la sangre
Ante la desgracia,
nosotros cuidaremos de ti
Los Piratas del Caribe
no sabían del mar eran el mar mismo ,
convertido en duros huesos y carnes firmes
Execrados
decidieron crear su propio mundo 
Con un código tan simple
como el de Hammurabi  
Como los lobos
tenían amplios territorios y un Alpha
Capitanes de sangre, Capitanes del viento
El imperio de lo sangriento
y de los placeres elementales
beber , copular  y  comer
a morir cuando estaban en tierra

En la mar jauría que persigue
hasta el fin del mundo  
Nunca habrá navegantes
que sepan como ellos
aprovechar una tormenta
Nunca habrá navegantes
que pronostiquen como ellos
lo que el perseguido piensa
Nunca habrá navegantes
que puedan estar como ellos
despiertos y sin comer
cuarenta días y sus noches
Nunca habrá navegante
que graven como ellos
en piedra los lugares y caletas


Queda poco de la ballena
varada en tierra
penetrante el olor a muerte
que se mezcla con aroma de mar
Su sangre es ocre y prehistórica
su inmensa osamenta
Pienso por un momento llevarla
para que frente a casa recuerde
que aquí vive junto a ella, un marino
que sacramenta en su osario
la mar con que sueña volverla a la vida 


Juan David Porras Santana 

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