A la mujer, lo único realmente inquietante
“Lo malo de una mujer con el corazón roto
es que empieza a repartir los pedazos “
No sé si alcanzarla
sea profanar al amor
Amor que creo diferente
al que le partió su corazón
El peligro es que soy poeta,
letal como un escorpión
Mi aguijón tiene el verde veneno
de matar y continuar
Nací con un don
que si dosifico, salva
Si me emponzoño
sobre su corazón, mata
Si me enamoro la engaño
con el Jardín del Edén
Si avivo tus ansias
y satisfecha me retiro, amen
Que placer tan grande
enroscarme entre tus carnes
Lívida exiges más torsión
que tus caderas crujan
Que mi voracidad
la engulla hasta sentirse yo
Cuanta pasión y muerte
que redime, y resucita
Por eso no te quiero alcanzar,
quiero ser tu siervo
Lavar con aceite de almendras
y lavanda tus pies
Que tus pezones estén tan duros
que te duelan
cuando mi resuello los roce
y mis belfos te inhalen
Desparecer para que te acompañe
siempre mi sombra
Auscultar como crece la semilla
de la hiedra del mal
Así sólo, así me pensarás,
me desearás mientas copulas
y participaré de la orgía
que con tus pedazos donaras
No seré otro amor que te defraude,
seré tu corazón entero latiendo
por el amor que no se consumará
Juan David Porras Santana
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