A Isabel D´Ambrosio
Los
hombres hicieron las barcas;
pero
ellas cobraron alma al tocar el mar,
y se han
liberado de los hombres.
Gabriela
Mistral
El mar nunca tiende su mano, suspírala
Es la entidad por entraña de la libertad
Las gaviotas gritan, huyen de Neptuno
Los pelícanos conocen su recóndito secreto
Fui aquel niño que con temor lo reverenció
Hoy el viejo que desciende por su vertical
traza la estela a pesar del pesado fardo, y el faro
que sabe cuándo solo desde la tierra lo debe mirar
Soy hijo de la marea, lo intuyo, lo presiento
Jamás me atreveré jactanciosamente
a hendir como una daga ignorando su fondo
a hablar su idioma , e interpretar su apología
Sé que con él podría hacer girar a la tierra
para mostrarme la diferencia de venir de él
a entrar y circunnavegar entre penínsulas, estrechos
para perderme en los ignotos archipiélagos sin bautizar
Todo llega al mar, naufragios, amores, crepúsculos
Lo he visto regurgitar continentes de basura
Devolverlos a la tierra y a sus desleales depredadores
que luego aspiran que brille y salte en sus redes la vida
cuando a cambio le han clavado
el agudo colmillo de la víbora
Venimos todos del mar, algunos regresaremos
Otros le cantaran odas o simplemente se alejaran
Aun cuando esté lejos de la mar me invade su resaca
como si fuese una palmera solitaria de aquella playa
con la que sueño ser inundado por la espuma y la sal
Juan David Porras Santana