Madreselva de mis instintos ocúpala toda
Que no quede su blanca piel al descubierto
Que tu mundo vegetal acalle su azul aorta
Y la constriña para ver sus largos huesos
Sentir que es mía por posesión, así calladita
Como un saltamontes obediente, sumisa
En espera excitante de lo que deviene averno
Parálisis que desata ávidos y escandalosos besos
Me permitió el todo a cambio de libres contracciones
Sabía de mis caminos torcidos para el placer
Estaba obstinada de tanta promesa vana
Se había preparado para el asalto y garra del puma
Entre celajes entra el alba, una hoguera moribunda
Solo en posición fetal sollozo mi falta de macho cabrío
Nunca dejaré de ser el joven proclive a los placeres
que solitarios deleitan los oídos de las púberes
de las comarcas dónde se habla de licántropos y vampiros
Juan David Porras Santana
No hay comentarios:
Publicar un comentario