Me siento
tan disminuido que a veces me toco el corazón para ver si todavía late, en mi
caso lata -de aceite Castrol-.
No lo hago
por razones sentimentales sino puramente para ratificar mi condición de superviviente.
Nada que
ver con aquello de: “pienso luego existo”, o siento luego soy, simplemente:
respiro luego estoy vivo.
Cuando me
enviaste el hermoso escrito del corazón partido, pensé- sí, no te
asombres- no estoy de acuerdo con la moraleja,
tú eres una muestra palpable de que el corazón que sirve, es el invicto.
Permíteme una licencia disquisitiva.
Mucha gente
realmente cree que el órgano sentimental es el corazón, y que el cerebro es el
intelectivo y no pueden ni suponer que ambas funciones están alojadas -si
pudiésemos hablar de localización y de funciones en el plano del espíritu- en
el cerebro.
Oh, gran
descubrimiento Juan David eso lo pensará
un campesino Guatemalteco, no yo, discernirás inmediatamente..
Si supieras
que el sentido de lo que te quiero comentar no es geográfico, no estoy
afirmando que el espacio que ubica al corazón es el cerebro, él no tiene
espacio; simplemente trato de aproximarme desde lo cognitivo a la metáfora
sempiterna d’ il cuore.
En qué
momento de nuestra evolución el instinto de procreación se convirtió de un
impulso ciego pero certero, en uno más ciego pero falible, simplemente el
inequívoco sentido de selección de la hembra animal con respecto a su par macho
fue sustituido por el AMOR, como indicador de: ÉSTE ES
Especulando,
cuando el instinto dejo paso a la primeras disquisiciones y desvaríos amorosos
una mezcla de emociones, sentimientos y porque no, razonamientos, la selección
se convirtió en cosas del corazón.
Tratar de
conciliar las fuerzas de ese nuevo corazón, con el instinto y con toda la gama
de sentimientos que se presentan en el espectro confuso del ser humano del
siglo XXI, es lo que tu y yo sufrimos ahora y para siempre.
No es una
condena, es simplemente una realidad en la que reconocer que el equilibrio
entre lo que pensamos y lo que sentimos es casi imposible, o por lo menos es un
ejercicio permanente, una pugna entre Woody Allen y Mia Farrow, el resultado
una larga dialécticas sin solución de continuidad: lo inconducente
Por eso nos cuesta tanto; lo
que quiero, lo que soy , lo que no estoy dispuesto a repetir, lo que jamás
permitiré, lo que deseo, lo que
espero....................................................................................................
Juan David Porras Santana
Tantas palabras y explicaciones ¿ Para qué ?
ResponderEliminarSimplemente, unos pueden amar, dar y recibir. Otras personas nacierón mutiladas .