En la antípoda exacta, Mayte se reveló
Mujer que se opondría a mí
Y por lo tanto alcanzó el zenit de mi amor
Me ama tanto que es capaz de no llorar
Otrora, no por mi,
se le secó el corazón de tanto hacerlo
Un águila blanca se tiño con su sangre
Y vino a mí con la serpiente en su pico
Ofrenda de esa clase de amor tan antiguo
que no podría ser entendido , arena milenaria
claves insensatas , chamanica devoción
Un alud de dudas se cuece lentamente
Le fascina decantarlas en su alambicado corazón
Ya que su certeza la dota de total premonición
En este juego sagrado me he consumido a su lado
He palpado su dicha, es tan honda
que ni a ella pertenece ,
sólo a las criaturas de altamar
de cuando en cuando
como las ballenas vara en la playa
todos la miran , la desean ,
nadie se atreve a entrar en ella
Como esos gigantes cetáceos
ha descendido hasta las fosas del olvido
y reaparecido
cada vez que mi cruel arpón
me hace el Capitán Abad
de su historia de amor
Es nuez moscada, especias del arco menor
Dicen sus ojos que su belleza es venenosa
Advierten que no la toques
como el crótalo lo hace
a la temible cascabel del Pacífico Sur
Seguro estoy que su linaje se conecta
Con Afrodita y Platón
de allí su dicotomía
Y esa manera de ser que la hace
La antípoda mía, mi sueño despierto y mi agonía
Por eso la amo con la holgura
de un tiempo laxo y en el más explayado espacio
Juan David Porras Santana
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