Verde oliva hasta en el fondo de sus ojos
Sanaba por contagio, poder de alma
Sus noches estrelladas eran más copiosas
Sus mares más hirsutos y abismales
Su bestiario era el de un sueño alucinado
Es la dama que en las noches se descose
Y durante el día tenazmente
se teje con lo no vivido
Sentado con abandono en la barra, la conjeturaba
La esperaba, esperaba
como el cazador del gran tigre de bengala
Y como a éste
me sorprendían sus fauces en el alba
La mujer que no permite el sueño
Vigilia que agradecen
hasta el más cansado de mis huesos
Todo será recompensado con prolongado beso
que en suicida elíptica
por fin me une a lo insospechado
Nunca la podré ver de frente, es súbita
Impredeciblemente astuta,
porque cuando crees poseerla
Tienes entre tus brazos, a la otra
La que solamente agota sentidos
Mientras ella reina de vuelta
en mi afanado pensamiento
Interminable suspiro
Que hace de mi vida una búsqueda infinita
Juan David Porras Santana
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