A mis queridas amigas que creen que soy un Don Juan
En
una clasificación tentativa de los diferentes status del hombre, encontré ésta
que me pareció reveladora del proceso de los estilos masculinos y hoy de
asunción plena por un grupo cada vez mayor de féminas. Según el autor Jean
Cabrité, existen cinco tipos de hombres: soltero, casado, divorciado, viudo y
mago. A los primeros cuatro fenotipos harto conocidos, este riguroso
antropólogo le adiciona un quinto, el mago y lo define como el DON JUAN
que echando un polvito desaparece. Seguro estoy que de inmediato
pensaron ese es el arquetipo de Juan.
Reflexionaron y se reprocharon su aprehensiva respuesta. No, no y dónde está el
polvito?. Porque en lo de desaparecerse definitivamente ni Houdini
tenía tanta habilidad escapista, pero de aquello- una rica cogidita,
bueno aunque fuera simplemente un coito sexigenario- nada. Por supuesto,
mis inquisitivas amigas, de inmediato se preguntaron: a cual pertenece Juan?
A ninguna.
¿Pero
qué le pasa a nuestro Juan; no le gustamos, no tiene necesidad de sexo- con toda esa
autopromoción del hombre del aullido Lighthouse, será un gay que está escondido
en el guardarropa de la mamá castrante; Juan Francisco seguramente lo anuló con
su personalidad eclipsante?. No, no, ya sé, es un Don Juan y tiene tantas
amantes que se da el lujo de hacer sufrir a las más recientes y ávidas
adquisiciones para después poseerlas en estado de desesperación, de manera que
con un simple roce de la vulva, ésta vivirá una orgía a lo Calígula.
¿Pero
realmente eso es lo que queremos de nuestro amado Juan?
El
tonto, para variar, me malinterpretó anoche, siempre complicando cuando no es
necesario interpretar y reduciendo a la cerdedad lo sublime.
Es que
acaso él no puede responder- ya que es incapaz de proponer- nos vamos a dormir
para mi casa. No, el lacónicamente dice: yo también quiero que no te
vayas. Todo esto mirando hacia el cerrojo de la puerta y con la mano en el
encendido del motor.
Esto
no me puede estar pasando, se repite una y otra vez en la mente; será que este
cabrito es un presuntuoso o realmente es catatónico?
YO
estoy postrada a punto de aullar como las holandesas del faro pero no de
placer, sino de desesperación. Bingo. El coñito lo que está es utilizando la
vieja técnica oriental de la retención sensorial de manera de represar el
placer, y una vez al borde del abismo daremos nuestro paso al frente para
alcanzar el vértigo de la caída y la perdición del “Imperio de los Sentidos”
No,
no, no me convence y mucho menos, luego de escuchar sus explicaciones elusivas
sobre lo asíncrono de los tempi- pulsaciones en las punciones al corazón- y de
los estilos, aun cuando razón y sentimiento estén alineados.
Si
Nietzsche lo expresó con tanta claridad mi amor, la felicidad es una ecuación
lineal simple: un sí, un no, una línea recta y una meta.
Juan,
por favor aprende a decir no, si despejas esta variable de la fórmula
nietzscheana un no = si------------------ tú, y dónde
quedo YO Juan, en el lado claro de la luna.
Juan David Porras Santana
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