El futuro vendrá de un largo dolor
y un largo silencio.
Cesare Pavese
Dios forzó a su destino
Cuando las cartas ya estaban echadas
Hizo de pronto que su día fuera noche
e incontables los insomnios de esas noches
Ella tomó un largo trago de silencio
como lo hacen las Carmelitas Descalzas
Al principio se apartó para soportarlo
Pero para ser hay que estar
hasta en esos aciagos momentos
Allí se hizo de nuevo una superviviente
Dando tumbos quebró sus rodillas
Eran las caídas del cristo de sus remedios
Las luces del Alba le anunciaron
Que su amor la miraba
con los ojos muy abiertos
Supo entonces
que era hora de andar de nuevo
Su rostro expresaba
lo que sentía y lo que pensaba
Le costaría mucho la vida
es el precio por ser sinceros
A pesar de lo sufrido sus ojos miraban
hacia un horizonte ampliado
El único legado que su amor le había dejado
La multiplicación de él en ella
La había convertido en mujer confirmada
Su naturaleza se impuso
Dónde llegaba se arraigaba la alegría
Y aquella sonrisa generosa todo lo podía
Sí, Dios había jugado sus dados
Y ella supo entender que no todo
es lo que parece, sino lo que determinamos
Juan David Porras Santana
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