A Juan F. Porras Rengel , ninguno como él, al cumplirse el 12 de agosto, tres años de su muerte.
Como el niño Jesús pero un 24 de julio de 1929, nacía en el séptimo pasaje de San Agustín del Sur, otra creatura, famélica, rodeada de pobreza material pero tan amado como nuestro Cristo pero con un fin muy distinto a éste: no venía a redimir y salvar a la humanidad sino junto a ella sacarle el tuétano a la existencia.
Sí, mi padre se levantó orgullosamente de la mayor pobreza económica para erigirse en un hombre de gran riqueza espiritual, es que acaso existe otra.
Mi juventud para él, fue la primera pesadilla que viviría, la segunda , al final de sus días un siniestro y cruel cáncer lo consumió.
Nunca imaginó que ese gandul, vago, arriesgado e indolente ser, hecho de una rara constitución sentimental que era yo, sería su mejor amigo desde los 27 años hasta su último día hace apenas tres años, a sus 81 años de edad.
Este extraño filósofo gozón se creyó realmente Prometeo y nunca la muerte la aceptó, no olvidaré el esfuerzo inconsciente en los estertores con que se aferró a la vida, su noche más aciaga y la de nosotros también.
Porqué como dije al comienzo papá vino a este mundo a sacarle el tuétano a la existencia y aun cuando era filósofo tal fue su amor a la vida que jamás acepto a la muerte
Amó a mi madre con pasión, y se aferró a ella, su tabla de salvación. Era un conquistador, su naturaleza así se lo imponía.
Éramos amigos pero jamás cómplices, en la mayor de sus confesiones, me hizo una comparación, lo que tu sientes cuando desciendes 40 metros a pulmón libre en altamar, es el mismo reto que siento, cuando una mujer me rechaza, soy un Hernán Cortez, astuto e implacable.
Junto a su hermano, tenían la extraña doctrina del Altar Mayor: ninguna mujer nos sacará del destino ya trazado, moriremos con lo más preciado, nuestras esposas, amándolas entrañablemente, aun cuando estemos de Don Juanes, porque ellas son el Altar Mayor.
Por eso escribí: papá es el único romántico. No fue ni el primero, ni será el último. Sólo hay uno, él, porque del fondo de su alma, en ese espejo de agua se reflejan las dos caras de la luna: donde son y están, él y su mujer.
He dicho que papá no era del reino de este mundo en lo filosofal, pero en lo carnal necesitaba que descubrieran otro planeta, para no desanimarse, y a este también le exprimiría la vida.
Su sentido del humor era fino, cortaba como un bisturí, era inigualable en aquello de ripostar con ingenio al más pintado. Era un león con el corazón abierto, lo que le hizo perder rápidamente su abundante melena
Su otra obcecación era de cómo hacer que la filosofía bajará desde Kant y Harttman hasta el más común de los mortales para que pudiera sentirse libre, como él se sentía.
Yo su hijo y amigo, no podía hacerle entender que la filosofía no era para dar respuesta sino para hacer preguntas. Siempre que hacíamos el canje de las finanzas por los Diálogos de Platón, terminaba inmancablemente diciéndome: ves que sencillo es.
Poco era lo que entendía, pero amaba tanto a mi padre que nunca se lo hice saber. Quijotescamente emprendió una cruzada, sus obras cumbre: Metafísica del conocimiento y de la Acción y Lógica del Sentimiento, las convertiría en un ensayo filosófico de antropología con los duendes del humor y de la poesía, todo el texto de más de 3.000 páginas, hecho en versos endecasílabos, llenos de conocimiento y humor, tratando todos los temas posibles desde la himenolatría hasta las pruebas de la existencia de Dios
La filosofía aun así, seguía siendo el reino de pocos y la ambición de todos. Papá llevas tres años fuera, ya es hora de que vuelvas, tenemos la clave para hacerlo, tu magistral obra la entregaremos no sólo a filósofos. Hay físicos, matemáticos, biólogos , genetistas, astrofísicos que se siguen haciendo las mismas preguntas, a pesar de haber descubierto inmensas posibilidades de saberlo todo , porque las preguntasl más sencillas en apariencia no han recibido respuesta : ¿a pesar del Big Bang, existe Dios?; ¿es ético , manipular la creación?; ¿puedo controlar y utilizar mis emociones? . Con ellos te veo dialogando papá.
Juan David Porras Santana