Creo firmemente- al contrario de
lo que comúnmente se dice- que en esta época donde la mujer lucha por la
igualdad con respecto al hombre, tal vez sea el momento de la historia, donde –
gracias a Dios- se patentizan más nuestras profundas y atávicas diferencias.
No es un asunto de roles, funciones, derechos,
allí lograremos la igualdad en algún instante cierto del devenir evolutivo.
Lo que distingue a los géneros
está inscrito en lo más profundo de nuestro ser; está en el espíritu. Ente
autónomo superior que se sirve del
cuerpo para cumplir con su misión: la trascendencia.
Muchas veces me han dicho: Juan
David tú no vas a trascender, porque no tienes hijos. En esa frase se recoge una
trampa existencial: ¿trascender es igual a procrear?, ¿sólo a través de la
descendencia genética algo de nosotros se transmite a otro ser?- a otro cuerpo
con un origen común eso también lo hacen los tigres y las bacterias; estas
últimas con más eficiencia que el homo
sapiens. ¿Qué pasa con el espíritu? Es el que se marcha a la paz eterna del
cielo o se carboniza una y otra vez en el infierno. No, es el que trasciende,
no solo utilizando la descendencia, sino un medio más eficaz: la conciencia colectiva.
Hazte esta pregunta: el espíritu
de Enstein ¿está diseminado por su prole- tuvo un hijo y ni lo trató- o por el
conocimiento que nos legó?
Oye Juan David pero tú no eres
Enstein. Estoy de acuerdo, pero este
genio no se recreó en la mujer. Sin ella posiblemente mi espíritu se habría
perdido, no sería el mismo hombre que
escribe esta carta hoy. Pero esta carta no tiene la trascendencia de la teoría
de la relatividad, posiblemente no la lea nadie más que yo y tú, y así no fue
acaso que comenzó todo con un tú y con un yo.
Te imaginas la diferencia de ese primer hombre
y esa mujer con respecto a nosotros- bueno si eran Adán y Eva han gozado
muchíiiiiiiiisimo más que nosotros-
abismal. Se estima que antes que tú y yo nos conociéramos y nos amáramos
nos antecedieron 28.423 millones de seres humanos. Seguramente somos el fruto
más elaborado de esa orgía planetaria.
¡Esa es la diferencia!.
Juan David Porras Santana
INTERESANTE!!!
ResponderEliminarJajajaja mUY BUENO.bESOS
ResponderEliminar