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Para los Tibetanos el Kung
long indica aquello que en cierto modo inspira o impulsa nuestros
actos, tanto los que nos proponemos realizar directamente como los que son de
alguna manera involuntarios. Designa el estado global del individuo en lo
relativo al corazón, la mente y el espíritu. Cuando es un estado integro, se
colige que nuestros actos serán éticamente íntegros.
El viernes en la noche, en donde tus acciones
anteriores al evento que suscita este escrito, me conmueven y me hinchan el
corazón como un spinaker( vela balón que se redondea al ser impulsado por los
vientos de popa), pienso por un momento en los detalle( Dios está en los
pequeños detalles), cambiarte por ejemplo las botas por una sandalias, porque
sabes que me gustan, eso es amor simple y puro.
Yo soy un ser vitalmente infeliz
y éticamente feliz. Mi conducta aun cuando sometida a los rigores de la
bipolaridad, actúa Kung long: si corazón y mente actúan en sintonía, reina el
espíritu y soy pleno. Una puntada en el corazón o en la mente descalabra la
frágil ecuación. Eso fue lo que ocurrió en el momento que salí al baño, no
cuando regrese; tu mente estaba en otro lugar. Eres tan amorosa y cortes
conmigo que has sido capaz de colocar en suspensión anímica tu poderosa mente
esquizoide- metafóricamente hablando, -la apagas y la prendes a voluntad- para
dedicarme el momento. Esa fragmentación de la conciencia y del inconsciente es
tu Kung
Long.
El problema no es que te falta
el tiempo, sino que tienes demasiados contenidos heterogéneos por cada unidad
de tiempo, me asombra que no hayas colapsado, se lo debes a tu temperamento:
Doña Bárbara. ¿Quiere acaso esto decir que eres vitalmente feliz?
Pienso que no. Descubriste tu prozac años atrás, cuando te diste cuenta
que estar un minuto contigo misma era insoportable, y te preguntaste como se
puede huir de uno mismo y estar con los demás. Fue cuando tomaste la decisión
de convertirte en esquizoide: un pedazo de mi para cada quien y ninguno para mí.
Todas las condiciones estaban
dadas; tú disciplina funcional, eres un samurái. Tu poderosa energía vital: la
máquina del movimiento perpetuo. Pero hay algo que atenta contra tal decisión,
tu corazón tiene una capa de acero relleno de un exquisito requiebro, que
confunde al incauto o al más perspicaz de tus admiradores o detractores.
Recuerdo que un compañero de clases en el Santiago
León de Caracas me decía café negro, por lo amargo. ¡Qué equivocado estaba el
bastardo!. El rictus en mi rostro, mi soledad no era por amargura, era por su
opuesto, la dulzura. Como dice Sam Mendes en su película American Beauty: “Sé que
podría estar bastante enfadado por lo que me pasó, pero es difícil estar
enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la viera
toda a la vez y es demasiado. Mi corazón se llena como un globo que está a
punto de estallar... y entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar
aferrarme a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no puedo
dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida” .
Esa noche cuando caminaba hacia el baño amé tu esquizofrenia, tu
necesidad de mí, tu altivez, pero sobre todo tu deseo de avenimiento,
cuando sobrepusiste a tu impulso
primario, la incomprensión de mí, y eso no lo pude resistir.
Juan David Porras Santana
REALMENTE HERMOSA, INTENSA, PENETRANTE, FELICITACIONES JUAN DAVID COMO SIEMPRE TAN PROFUNDO
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