En él y su circunstancia
todo creció tan vertiginosamente
mientras en Tercero su corazón latía sin apremio
El tiempo era el mismo, su compás diferente
Mientras él y su circunstancia- Raudo - se precipitaban
Tercero era capaz de esperar el aleteo de un colibrí
Tercero crecía haciendo dilatados meandros
Raudo jamás se detuvo a contemplar un ocaso
Coexistir en un mismo cuerpo los hacía tan ajenos
Mutuamente se admiraban contemplándose a distancia
Allí está el nudo gordiano de la existencia, conciliar fuerzas
No es el clásico problema del principio de contradicción
Simplemente no estamos viviendo como tercero, el niño
Asimilando la realidad, sino devorándonos el tiempo
Porque el tiempo es dinero y el dinero la felicidad
Estamos enfermos, voraces nos perderemos
del gran espectáculo de la vida que no se repetirá
Juan David Porras Santana
•Perdonen lo infantil del texto , a veces nos toca
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