Zambullida rotunda, es el túnel del tiempo
Estoy en las entrañas de la gran Madre: La Mar
Me recibe sin aspavientos, es toda amparo
Somos sus crías que en ella nunca crecerán
En tierra nos evangeliza la codicia y el qué dirán
Nos hacemos gigantes caníbales de las ballenas
Caminos sin sendero nos llevan en su seno
Todo muta lo observado y el observador
son uno y muchos, divisiones y múltiplos
de allí nuestra total comprensión de esta entidad
El que todo lo cura decía el gran Platón
Todo termina y renace en la mar
Avenan los grandes ríos y se inspiran las grandes pasiones
Mis ojos lánguidos entre las sedas del agua ondean
Los viejos del mar son la sapiencia del saber vivir
Siempre me acompañas de hecho soy moléculas de agua
al punto que cuando escribo me destilo
de allí la palabra sublimada, llorada, exudada
Todo hombre de mar es un inocente niño
pura poesía, agua que bautiza y redime
Juan David Porras Santana
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