No es un mito, Neptuno era el dios del mar y Gea diosa de la tierra
El Paraíso de donde vinimos era el mar no la tierra
Una de las tantas incongruencias del Génesis
Pocos fueron los escogidos por el mar para hacer de él su espacio vital
Yo soy uno de ellos, lo sé cuándo mi cabeza hiende su espejo de agua
y me resucita del largo letargo en tierra,
dónde no soy actor sino espectador de mi propia miseria
En tierra soy contemplativo, no voy hacia la vida sino hacia la muerte
En el mar tomo conciencia de mí mismo y actúo en consecuencia
Soy único, siento como se activan mis dones
para el ejercicio pleno de la existencia
Estar alerta me descansa y enriquece,
son los poderes que de Neptuno heredé
Siento y entiendo lo que sucede en sus entrañas,
su furia y su calma, nada me turba,
todo tiene una respuesta inmediata,
limpia de culpa , libre de pecado , elementalmente digna
Soy hijo del mar,
como los hay del viento , de la piel de la tierra, del inframundo
Para ser hay que saber a qué perteneces,
con qué te identificas sino estarás perdido
entre las sombras y el agudo colmillo
Yo siempre lo estoy, cuando telúrico
pierdo mis poderes y me hago esclavo de mis debilidades
Por eso hoy a mis 58 años que me siento extraviado
en el costillar de este torvo espacio llamado tierra ,
he querido declararme discípulo
de la escuela del mar , de su viento y de su sal
Juan David Porras Santana
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