Cuantas veces me perdí
nadando en altamar
Cuántas veces sentí
el calor apacible del horizonte
Bajo la sombra de una acacia
se abrazaron nuestras soledades
náufragos de la fragua urbana
miradas consteladas por el amor
Allí en ese interregno
Entre tu reino y el mío
conspiramos contra los yoes
y demostramos la existencia de Dios
Levantamos nuestro monasterio
Plagado de claves entre tú y yo
Nos percibimos tan altos tan ajenos
que la Tierra se nos achicó
Galaxias, constelaciones, sólo materia
Trascendimos al espíritu, era el amor
que tocó nuestro claustro
y no lo escuchábamos embebidos
tú en mi yo en ti, la forma más inexpugnable
de egoísmo.
Hoy sola, yo más solo repetido en el vacío
parecemos el desolado banco en otoño
de un parque olvidado de la mano de Dios
Juan David Porras Santana
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