La cotidianidad
la embrutecía
Abstruso su mundo
le pertenecía en la intimidad
mientras se repetía con horror
en los “deberes conyugales”
y se liberaba con las alas
de su sagaz imaginación
Su quinto cielo registraba
todos los sonidos de la escala
Cromatismo encendido,
detalles recónditamente escondidos
afloraban y se entramaban cual parral
descargas tras descargas invitaban
a presionar más y exigir
como un capataz a sus esclavos
Era ya hora de escapar
Sus alas ya no eran sueños
Bien santa se calzó sus sandalias
De los labios brotaba un geranio
Boca y lengua eran un estuario
El sudor lustraba su vaporosa piel
La noche sin estrellas
Elixir de pasiones
Tentar a Luzbel
Juan David Porras Santana
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