A Adriana María Gómez Terán
Quiero comenzar a partir de este poema
Una nueva etapa en mi poesía
que es el continente de mi vida
Lo debo al amor sobrevenido
que no conocía y a la luz de Reverón
que vinieron a mi rescate cuando
mi frágil velero hacia agua .
El hueso y la golondrina caen en el pozo
No por la gravedad
sino buscando la oscuridad
Es tan seductora la ausencia de luz
Que mi devoción le hizo un santuario
Como me subyuga lo obscuro, lo prohibido
Hay tanta luz en el universo
pero más son los espacios vacíos
La más desapercibida hendija
deja pasar la luz
con tal poder que esa noche
te vi pasar de la masa y su energía, a la luz
porque mujer venías huyendo
de la luz fluorescente de la monotonía
Me tendiste tu mano encendida
y salí de la postración
dónde a tiempo hacía vida
de anacoreta y célibe, mentira podrida
De niño mi fiel compañera , la luz
no puedo vivir sin ella
está en mi constitución
mi materia orgánica , oh gran carbono
es un diamante, molécula gigante
que gobiernas y domas
mi lánguida existencia
¡Ah pero el vicio, la nocturnidad , pecar!
Cuan irresistible, caigo en el pozo
como lo hace el hueso y la golondrina
Y mientras más hiendo lo hondo
Más te siento en mis costillas,
Mujer que proyectas la voz desde la luz
Hasta el eco sórdido de mi obscura sustancia
Contigo soy Luzbel caído y por ti redimido
Amor sobrevenido muéstrame
Como lo hizo Reverón en su enramada
Que la luz lo traga todo
Para que lo obscuro se haga pasión
Razón de vida
Porque de lo obscuro venimos
Y un haz de luz
Nos devolverá a la nada
Dónde solo el amor ocupa y reina
Juan David Porras Santana
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