La primera
rosa después
del gran
diluvio universal
La primera
mirada lúbrica
sobre las
corvas de la mujer
Pasar de la posesión
instintiva
al beso leve
como el rocío
Larga
caminata en la planicie africana
y de pronto
dos manos se juntan
Rosa y mujer
en la mente tosca del hombre
y de pronto
ese hombre le extiende
una rosa roja
a la delicada mano de la mujer
Cuando el
campo de trigo se convirtió
en lecho de
interminables amores furtivos
La primera
lagrima que recorre la mejilla
por un amor
ido
Cuando el
ocaso no anuncia la noche
sino el amor
que vuela
con las aves
hacia la lejanía
Cuando la bóveda
celeste deja de ser firmamento
y él no te llama
por tu nombre, sino mi cielo
La hoguera
arde y sólo piensas en el calor de su piel
Mirando juntos
el horizonte sueñan
que sus hijos
correrán libres y sin temor
Primigenia
sin ti la vida
sería naturaleza muerta
Juan David
Porras Santana
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