El sol ardiente
escuece mis colosales huesos
Crecen por una fe ciega
por la resurrección
Mientras mis músculos
se consumen de aburrimiento
Amorfo lípido
desparramado en el
sillón muerto
Que cansancio
sin pronóstico de descanso
La máquina crea
un circuito entre mis miedos
Que hacen sinapsis
en mis neuronas hipertrofiadas
Amplificando la Nada
y simplificando el Todo
Si te hubiese hecho caso,
catamarán oceánico
Fil de roda hacia las islas
de irresistibles especias
Nuez moscada
de mis verdes lamentos imberbes
Atalaya de agua
que cae como una
abrupta catarata
No, seguí medroso y condenado
como mis antepasados
Despierto, atento,
esperando el canto de las trompetas
que anuncian el Sol
oscuro ,
y las estrellas cayendo del cielo
Sí todo está escrito
vivir no es un placer,
sino un perverso castigo
Juan David Porras Santana
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