Reptando en un pantano ajeno y distante
La serpiente Celeste divisó a su inocente victima
Una criatura abandonada que lloraba incansablemente
La sierpe se armó y en el justo momento del ataque artero
la niña la miró tan cálidamente que Celeste se conmovió
La arrastró hasta su guarida , fresca y acogedora
Donde vivieron juntas , Celeste y la niña
Celeste la bautizó, Manoa y en una hermosa mujer se convirtió
Celeste con devoción hasta su muerte de ella se ocupó
Manoa tenía tal predisposición que nunca aprendió
de su madre putativa , ni del entorno
Sabía misteriosamente para qué había venido a este mundo
Comenzó su singular peregrinar, tenía que engendrar
La imagen del padre era tan vívida que no le fue difícil
dar con él , no entendía lo que le decían y tampoco sabía hablar
Manoa era el instinto hecho mujer, pero algo incógnito también
Su hombre por ella fue tentado, fácil sucumbió, era la mujer
Manoa estaba preñada, dulces días, larga espera
El hombre no aceptó la convivencia misteriosa con Manoa
Pronto la abandonó, Manoa cada día más hermosa
Dio a luz a una niña más bella que ella, firme y ausente
Manoa se llevó a Kira - así la llamó- al pantano
Siempre ajeno y distante, nunca se sintieron recibidas
Así llegaron a ser millones, descendientes de Manoa y Kira
y de los hombres que cautivados las engendraban y abandonaban
No pertenecían a nada y ni a nadie hasta que un día,
Lilith llegó y las redimió
Increpando al hombre por la postura debajo de él, dijo:
yo también fui hecha con polvo,
soy hija de Dios, tu y yo somos pares
La copulación se convirtió no sólo en preñez, sino en placer
Lilith, su descubridora se perdió en él,
tu mujer de hoy fijas tus propios designios, tus ansias y tus límites
¡Oh Madre! de todas las virtudes y todos los pecados
Muéstranos el camino para salir del pantano ,
donde atascados los hombres estamos, deseándolas sin amar
tal vez necesitamos que una serpiente Celeste
de nosotros se conmueva
Juan David Porras Santana
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