11 may 2013

MUJER DE SAL Y ARCILLA

Los testigos aseguran que siempre la vieron en la punta de Güinima
Era telúrica y marina; es una mujer de sal y arcilla, dicotomía
Desde la punta otea una ribazón y la salida leve del sol
Los más viejos pescadores le dicen Arimacoa, como lo hacían los guaiqueríes:
Mujer que con el nácar de su piel envuelve de profundidad y contenido a la vida marina.

Un carey toma aire y le anuncia la zambullida, aguas cristalinas
Ella se despoja de Arimacoa y vuelve a San Pedro
La casa es la sábana blanca, la cotidianidad es de leña
Nemesio toca su puerta con su puño de grietas sobre la arcilla
Toma el agua fresca y la sincera sonrisa, la quieren tanto.

La ven alejarse, es de tarde y el ocaso es un coito contra natura
Las vestes de Arimacoa están blancas como la espuma
Vuelve a la punta, palpita una vez más y una sombra de peces le ensortija su lacia cabellera.

Juan David Porras Santana


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