LARGA VIDA A LA MUJER
Siempre que cae el sol y me arropa la noche del reino de este mundo,
aparece en la bóveda celeste, rutilante y eterna, LA MUJER.
Primero se corporiza su aroma, su olor que como el de las panteras,
emana de lo intrincado, de lo inextricable, sólo lo descifras a través
del misterio de sus ojos y en ellos encuentro que el todo, es y está,
pero no por sus ojos sino por su mirada.
Como si a nadie perteneciera, sólo a la noche, y nosotros fuésemos
testigos taciturnos de un evento que echa raíces pero que de sus frutos
como los del ancestral manzano no nos atrevemos a probar.
Si
me acompaña la suerte y es su voluntad, LA MUJER desciende de su reino
como Afrodita y se nos corporiza junto a Eros, el caprichoso flechero
de dos dardos: uno para los amores felices, para los desgraciados el
otro.
La mujer como Afrodita no tiene control sobre Eros, así que
poco puede hacer para escoger y lo que éste selecciona, a la mujer la
decepciona.
De allí que optara por inspirar el amor, más no hacerse participe de su condición corpórea.
Inspirar, que manera tiene de conjugar ese verbo: sentada en la barra a
veces sola, otras acompañada, su piel que como quiso Zeus, que aun
cuando fuese concebida con luz de luna, tuviese la palpitación de un
leopardo de las nieves y la excitación Celta de las ninfas.
La elegancia y la majestad la inventaron los hombres para que sólo en ella fuera absoluta.
Basta verla con la copa de vino, que se sincroniza y acopla con su perfecta postura
Si te habla sabrás que está en este mundo pero pertenece a un reino de
extensión e intensidad infinita, por lo tanto se inhibe de frases de
largo aliento para permitirte que tú las termines y te sientas como si
la complementaras. Así son los gentiles modos de LA MUJER.
Por
eso LARGA VIDA A LA MUJER para que nuestras noches no pierdan el
sentido de la belleza y del asombro. Porque como Decía Carpentier: El
milagro, es una alteración inesperada de la realidad y eso es lo que
ocurre si se tiene la buenaventura de un encuentro espontaneo
momentáneo y súbito con LA MUJER.
Juan David Porras Santana
No hay comentarios:
Publicar un comentario