Quien no ha tenido una golondrina en la mano, ignora la extraña forma de esculpir el aire de estas aves que quieren ir de la sombra hacia la luz.
Concebir a Ainara Sophia fue un acto premeditado desde la infancia a la adultez, pensando en todo momento que en esta criatura estaban recogidas trocitos de ella y de él . Minuciosa labor que sólo con amor eterno pudieron emprender.
Ella utilizó sus más ignotos colores pastel.
Él, con su poderoso antebrazo moldeó y cimbró, osamenta y piel.
Aquella cuidadosa gestación, año tras año colocó en la niña la prefiguración de la futura mujer.
El soplo vendría de un afín y un gen, su abuelo y abuela le inocularían el amor por la sabiduría.
Así Ainara Sophia reinaría desde las sombras de los ancestros hasta la prodiga luz del trópico devorador y conversor del mundo real.
Aquella mañana de febrero de 2012, los astros escondidos se peleaban su participación en el devenir de aquel arcángel con ellos surgido, ante tal discusión astral, se abrió camino Ainara Sophia y sentenció:
Vengo de mujeres y hombres que con su sangre trazaron la firme curva de mi devenir, seré igual que ellos: forjadora de mi estrella. Ellas sólo titilarán en la bóveda celeste para arropar mis ensueños y mis amores pero mi puño al son de mi rugiente corazón, moldeará mi largo camino como lo hicieron mis padres y sus ancestros, en una extenuante travesía, y por ello apasionante e inagotable que sigue corriendo por mis venas.
Juan David Porras Santana
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