12 ene 2013

CARTA DE AMOR DE UN POLLO COBARDE PARA UNA LEONA VALIENTE.

 “Te advierto, quien quiera que fueres,
¡oh! tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, 
que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, 
tampoco podrás hallarlo fuera. 
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, 
¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? 
En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. 
¡Oh! hombre, conócete a ti mismo y 
conocerás al Universo y a los Dioses".

 
Inscripción en las puertas del Templo de Delfos.


Cuando hoy invocaste la piel como órgano sensor, me retrotrajiste  a la noche del viernes 10 de noviembre. Te confieso que en esa velada, desde que te sentaste a mi lado, sentí que irradiabas un calor próximo y sensual. Que provocaba tocarlo. Pero que hubieses dicho: ¡Qué abusador, este tipo como que cree que soy de las que………! 

Pero  cuando bailamos- una pieza que ella en si misma implica tocarse: Georgia- corroboré que  ese calor salvaje de mi pareja, era el de una felina transmutada de leona a pantera. Todas las fieras de la nocturnidad están representadas en este félido.

Primero me llegó por el olfato. Tu vaho era una reconcentración de endorfinas, transportadas por el sudor de una pantera en cautiverio que caminaba de una esquina a otra de su jaula.
 
La melena espesa jadeaba en mi mejilla. La cintura, un sendero esquivo del complexo de un cuerpo unitario, y dispuesto para el amor sin más cortejos que los de la danza.

La mirada se había ido. La sustituyó el pulso de la aorta de un impala que palpitaba entre tus fauces.

-Juan David, pero tu imaginación desbordada lo que hace es ratificar que eres pura fantasía: un pollo cobarde, que ni siquiera quiso prolongar una semana después, su ensoñación. Yo no sentí nada de eso. Sólo recuerdo a un pollo asustado que arrastré por la pista de baile, al son de una íntima canción.

-Juan David, tienes que vencer ese miedo. Mientras que yo soy una traga-vida, tú le huyes. Pareces sentir más gusto por el reino de los muertos  que por el de los vivos; me recuerdas al Conde  de Lautremont, cuando se quejaba  de los escritores de la alquimia del verbo que para crear lo sobrenatural inventaban fórmulas literarias de lo insólito: violando a las muertas en el cementerio, en vez de a las vivas

-¡OH mi Juan David!,  en qué criatura tan quijotesca te me has convertido.
Yo te presentía fogoso, apasionado, arrojado, valiente pero en el mundo real, no en los versos.

Extraña decepción, porque aun así, pienso en ti. Fíjate, voy a viajar Bogotá,  y estoy segura de pasar por la avenida de todas las flores, e inequívocamente me recordaré de las rosas que me hiciste llegar, y que duraron más que tus ímpetus.

Ayyy, mi Juan David,  mucho ruido y pocas nueces. Me recuerdas tanto a Beatriz y Benedicto que para entenderse tienen que despojarse de sus mascaras lingüísticas  para caer una y otra vez  en el tiempo circular. Repetirse, repetirse una y otra vez. No, eso no es para mí. El mío lo quiero de carne y hueso, decidido,  eso sí: romántico y espiritual.

-El Juan David que creí conocer es distinto al que ahora conozco; qué pensará él de mi; ya lo dijo Juan Ramón Jiménez: “Cuan extraños, los dos con nuestro instinto, de pronto, somos cuatro”

Especulando, cuando el instinto dejó paso a la primeras disquisiciones y desvaríos amorosos, una mezcla de emociones, sentimientos y por qué no, razonamientos, la selección se convirtió en cosas del corazón.

Tratar de conciliar las fuerzas de ese nuevo corazón, con el instinto y con toda la gama de sentimientos que se presentan en el espectro confuso del ser humano del siglo XXI, es lo que tú y yo sufrimos ahora y para siempre.

No es una condena, es simplemente una realidad en la que reconocer que el equilibrio entre lo que pensamos y lo que sentimos es casi imposible, o por lo menos es un ejercicio permanente, una pugna entre Woody Allen y Mia Farrow, el resultado una larga dialéctica sin solución de continuidad: lo inconducente

Por eso nos cuesta tanto; lo que quiero, lo que soy, lo que no estoy dispuesto a repetir, lo que jamás permitiré, lo que deseo, lo que espero.

- Hola Juan David, me puedes parar por un momento, por favor. Oye, pero que complicado eres. Nos vamos o no nos vamos a ver: YO NO SOY UNA LEONA COME HOMBRES O UNA CHICKEN KILLER. ¿ME TIENES MIEDO? Si, si no no me gustarías tanto; PORQUE SOY COMO COOL Mc COOL: YO AMO EL PELIGRO


Juan David Porras Santana
        

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