ἈμαζὼνἈ*
Juan David Porras Santana
En ti
descubrí que en el azul no se agota el bronce
Que no
existe la pausa, sólo un acto inquietante, vibrante
Desde
ese momento vivo contigo en un tango andante
Tal como
lo hace el cautivo caballo en el tiovivo danzante.
Giran en
torno a nosotros las máscaras del carnaval veneciano
Perecen
en cada giro, renacen cuando todos se han ido
Mi mano
entra ciega pero certera en tu pubis recién podado
Se
quiebra mi voluntad en la madeja de raíces oscuras
asidas a su mente
Libérrima
tú, sólo allí exiges no ser perturbada,
es tu único instante cierto
Tan
cierto, que de cualquier perturbación de tu realidad huirás,
te escurrirás
Al
laboratorio de la cotidianidad, en donde tu infalibilidad
te viste de luto.
Mujer,
si no fueras así, no tendríamos diosas,
nunca emergería Afrodita.
Dime
Eros:
¿Somos
juguetes de ellas o realmente se extravían con nosotros?
¡No oses
preguntarle a ella!
Si lo haces se desvanecerá para siempre.
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